Texto latino de la edición crítica leonina, traducción y anotaciones por una comisión de PP. Dominicos presidida por Francisco Barbado Viejo.
Volumen tercero en texto bilingüe (de los dieciséis de que consta) de la nueva edición en la serie BAC Thesaurus de la Suma teológica de santo Tomás de Aquino. Reimpresión de la tercera edición de 1959.
Obra cumbre de su doctrina teológica, santo Tomás la redactó a lo largo de su intensa vida docente (1266-1273), y que no pudo concluir por alcanzarle la muerte a la temprana edad de cuarenta y nueve años.
Este tercer volumen comprende dos tratados: «Tratado del hombre», versión e introducciones de Manuel Úbeda Purkiss, OP, con la colaboración de Armando González, OP y Fernando Soria, OP en las cuestiones 75-89 e introducciones de Manuel Cuervo, OP a las cuestiiones 90-102; «Tratado del gobierno del mundo», versión e introducciones de Jesús Valbuena, OP.
Volúmenes publicados: I: 1 q.1-26 (NO0688); II: 1 q.27-74 (NO0689); III: 1 q.75-119 (NO0702).
En línea con Horizonte vertical, que lo precedió, Absoluto relativo se pone como segundo volumen de la serie y centra la reflexión antropológica en la relación entre «naturaleza humana» y «persona humana». Una reflexión no solo necesaria para esclarecer la igual y universal dignidad de todos los seres humanos en la singular e irrepetible individualidad de las personas, sino también para hacer frente a algunos problemas antropológicos en relación con la fe católica.
Ramón Lucas Lucas es profesor de Antropología filosófica y Bioética en la Facultad de Filosofía de la Universidad Gregoriana de Roma y en otras instituciones académicas. Sus publicaciones en estas áreas son numerosas. En la BAC ha publicado Antropología y problemas bioéticos (22005) y Horizonte vertical (2010).
La Jornada Mundial de la Juventud celebrada en Madrid, del 16 al 21 de agosto, fue, según expresó el propio Benedicto XVI, «un acontecimiento eclesial emocionante. Cerca de dos millones de jóvenes de todos los continentes vivieron, con alegría, una formidable experiencia de fraternidad, de encuentro con el Señor, de compartir y de crecimiento en la fe: una verdadera cascada de luz. Doy gracias a Dios por este don precioso, que da esperanza para el futuro de la Iglesia: jóvenes con el deseo firme y sincero de arraigar sus vidas en Cristo, permanecer firmes en la fe, caminar juntos en la Iglesia».
«Es preciso volver al confesionario, como lugar en el cual celebrar el sacramento de la reconciliación, pero también como lugar en el que “habitar” más a menudo, para que el fiel pueda encontrar misericordia, consejo y consuelo, sentirse amado y comprendido por Dios y experimentar la presencia de la misericordia divina, junto a la presencia real en la eucaristía».
Con estas palabras, el Santo Padre Benedicto XVI se dirigía durante el reciente Año Sacerdotal a los confesores, indicando a todos y cada uno la importancia y la consiguiente urgencia apostólica de redescubrir el sacramento de la reconciliación, tanto en calidad de penitentes como en calidad de ministros.
Junto a la celebración eucarística diaria, la disponibilidad a la escucha de las confesiones sacramentales, a la acogida de los penitentes y, cuando sea requerido, al acompañamiento espiritual son la medida real de la caridad pastoral del sacerdote y, con ella, testimonian que se asume con gozo y certeza la propia identidad, redefinida por el sacramento del orden y que nunca se puede limitar a mera función.
Edición preparada por Jesús de las Heras Muela.
La tercera visita pastoral del papa Benedicto XVI a su Alemania natal, del 22 al 25 de septiembre, ha girado sobre cuatro ejes fundamentales: el encuentro con la comunidad católica, la propuesta cristiana al mundo de la increencia, el ecumenismo y el diálogo con la sociedad política. Su memorable periplo alemán por las localidades de Berlín, Erfurt y Friburgo fue fiel a lo que el propio Benedicto XVI afirmó en un mensaje televisivo en las vísperas de su viaje: los viajes papales «no son turismo religioso, ni un show», sino oportunidades evangelizadoras para mostrar la existencia, la grandeza, la belleza y la necesidad de Dios
El breve pero intenso viaje pastoral que el papa Benedicto XVI realizó a Croacia el 4 y 5 de junio de 2011 tuvo distintas motivaciones: en principio, presidir el I Encuentro Nacional de las Familias Católicas croatas; luego, reavivar y expandir las bien arraigadas raíces cristianas del país, alentando su presente y su futuro en medio de las nuevas encrucijadas derivadas de la crisis económica y moral y su próxima integración en la Unión Europea (UE); y, finalmente, contribuir a la sanación definitiva de las heridas de la guerra de hace dos décadas —precisamente en el vigésimo aniversario de la declaración de independencia del país— y servir a la paz, la integración, la concordia y la reconciliación
En las últimas décadas se ha hablado de la urgencia de la nueva evangelización. Teniendo presente que la evangelización constituye el horizonte ordinario de la actividad de la Iglesia y del anuncio del Evangelio ad gentes, la nueva evangelización está dirigida más bien a aquellos que se han alejado de la Iglesia en los países de antigua cristiandad. Este fenómeno, lamentablemente, existe con diversos matices también en los países donde la Buena Noticia ha sido anunciada en los últimos siglos, pero todavía no ha sido suficientemente acogida hasta transformar la vida personal, familiar y social de los cristianos. Por esta razón, Benedicto XVI ha decidido convocar la XIII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos sobre el tema La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana (del 7 al 28 de octubre de 2012). La asamblea sinodal tendrá como finalidad examinar la situación actual en las Iglesias particulares, para señalar, en comunión con el Papa, nuevos modos y expresiones de la Buena Noticia, que ha de ser trasmitida al hombre contemporáneo con renovado entusiasmo. Se trata de un desafío para extraer, como el escriba que se hizo discípulo del Reino, cosas nuevas y cosas viejas del precioso tesoro de la Tradición (cf. Mt 13,52).
Después de más de cuatro siglos, se presenta por primera vez en edición crítica y bilingüe la obra literaria de santo Tomás de Villanueva (1482-1555), religioso agustino y arzobispo de Valencia, realizada por un equipo de investigadores agustinos de España.
Variadas razones apremiaban la realización de este arduo trabajo: la dificultad de acceso a la obra del santo, cuya última edición es la de Manila (1881-1883; 1897); la necesidad de una versión en español, ya que la casi totalidad de sus conciones o sermones ha sido publicada en latín (solo 32 conciones fueron publicadas en español en 1952, de las 454 que se registran en esta edición); dar a conocer a toda clase de personas ―religiosas y seglares― la singular expresión, por medio de la predicación, de un hombre de Dios, santo, sabio y clarividente; la cercanía de una palabra que modeló las mentes más brillantes de nuestro Siglo de Oro literario con su elocuencia mesurada y siempre concorde con la fe genuina de la Iglesia; y, sobre todo, responder a un deseo muy sentido en el ámbito de la Orden de San Agustín, a la que perteneció, y de la archidiócesis de Valencia, a la que sirvió, de hacer patente y accesible su magisterio, para que, en un día no lejano, sea honrado con el merecido título de Doctor de la Iglesia universal.
Santo Tomas de Villanueva sigue teniendo, sin duda, una palabra nueva y una ejemplar actitud para esta nuestra desconcertada y envejecida Europa del s. XXI.
Pablo Verdier Mazzara, especialista en psiquiatría y de vasta experiencia clínica y docente, ha recopilado, seleccionado y editado un conjunto de discursos de los pontífices, fundamentalmente desde Pío XII hasta Benedicto XVI, relacionados con las enfermedades mentales, adicciones y el quehacer de la psiquiatría y la psicología. El resultado de todo ello es un exhaustivo recorrido de más de sesenta años por los pronunciamientos papales en el ámbito de los temas relacionados con la salud mental, cuya finalidad última es ayudar a comprender que todo terapeuta, en el nivel que esté actuando, no puede prescindir de la realidad admirable de la condición espiritual del ser humano, que se constituye, según palabras del Concilio Vaticano II, en la única criatura que Dios ha amado por sí misma y que no encuentra la sublimidad de su vocación sino en la entrega sincera de sí mismo a los demás.