
Juan de Ávila soñó ser misionero en Nueva España. Vendió su patrimonio y lo dio a los pobres, preparándose para el viaje. Pero el Consejo de Indias en Sevilla le cortó los vuelos. ¿Sacerdote secular?, ¿solo? Así no van misioneros al Nuevo Mundo. ¿Qué hacer con las alforjas repletas de tanta semilla? Los años 1520-1525 son de abundante cosecha en Alcalá: platonismo, artes clásicas, biblia, teología en triple vía (tomismo, escotismo, nominalismo de G. Biel). También escuela de oración individual. Juan de Ávila terminó siendo un profundo teólogo y un gran místico. Es autor de breves y preciosos tratados sobre el amor de Dios, la Eucaristía, el sacerdocio, el Espíritu Santo, y de cartas exquisitas de dirección espiritual. Pronunció largos sermones al pueblo e importantes pláticas a los jesuitas. Pero su obra literaria por antonomasia se llama «Audi, filia», fruto maduro del silencio pasado en la cárcel de la Inquisición, tesoro de la Iglesia como libro de dirección espiritual y gloria de las letras españolas, enjoyada con textos de la Biblia, que Juan «sabía de coro» (de memoria). ¡Dichosos aquellos que pueden ahora leerlo!ß
El pecado y la gracia son las dos coordenadas que definen la vida del hombre sobre la tierra. En efecto, ha sido desde el primer momento amado por Dios, ha sido invitado a participar de su vida. Pero a la vez, y desde el comienzo de la historia, ha sido infiel a la amistad que su Creador le ofrecía y ha querido determinar su vida sin referencia a Dios. Pablo ha explicado esta condición del hombre con su conocido paralelismo entre Adán y Cristo. Si a causa de Adán todos los hombres mueren, en Cristo todos son llamados a la vida. Pero este paralelismo siempre a favor de Jesús y de su gracia. Adán, el primer hombre, es figura del que debía venir. En Jesús, Dios Padre ha reconciliado el mundo consigo y nos ha llamado a la filiación divina. Esta invitación a la plenitud de la vida pide también la libre aceptación del hombre.
Luis F. Ladaria, SJ, (Manacor, Mallorca 1944), estudió Teología en la Univ. Pontificia Comillas de Madrid, en la Philosophisch-Theologische Hoctschule St Georgen de Fráncfort M. y en la Univ. Gregoriana de Roma, donde obtuvo el doctorado. Ha enseñado teología dogmática en la Fac. de Teología de la Univ. Pontificia Comillas y es actualmente profesor de la misma disciplina en la Fac. de Teología de la Univ. Gregoriana. En 2008 fue nombrado Arzobispo Secretario de la Cong. para la Doctrina de la Fe y Consultor de la Cong. para los Obispos, y en 2009, Consultor del Pont. Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos y Consultor del Pont. Consejo para la Pastoral de la Salud. Entre sus publicaciones destacan El Espíritu Santo en San Hilario de Poitiers (1977), El Dios vivo y verdadero. El misterio de la Trinidad (42010), Antropologia teologica (52011) y las ediciones de La Trinidad (1986) y el Comentario al Evangelio de san Mateo (2010), ambas de san Hilario de Poitiers.
El Cristo de San Damián constituye una preciosa joya de arte y obra de profunda teología. Pero esta maravilla no ha sido aún descubierta ni gustada, tal como nos invita el salmo: «Gustad y ved qué bueno es el Señor». Para hacer conocer las insondables riquezas del Señor se escribe este libro, que constituye un trabajo de seria investigación, de larga maduración y de contemplación de un creyente-poeta. Este Crucifijo de San Damián es único porque representa el misterio pascual completo de Cristo: a la vez muerto, resucitado, subiendo a los cielos y derramando el Espíritu Santo. También ilumina el misterio de la Iglesia, tal como se aprecia en los personajes congregados a la sombra de un Cristo de la fraternidad. El autor se sirve de los escritos de San Juan como clave hermenéutica fundamental para explicar el Crucifijo. Acude, sobre todo, a su mejor intérprete: Francisco de Asís. Su vida entera y fecunda obra sólo se entienden desde el Crucifijo que le habló: «Francisco, repara mi casa que, como ves, esta en ruinas».
Francisco Contreras Molina, sacerdote claretiano, es catedrático de la Sagrada Escritura en la Facultad de Teología de Granada. Es autor de numerosos libros de exégesis bíblica, en especial de Apocalipsis, y al mismo tiempo poeta con diversos poemarios publicados.
Edición conmemorativa del V Centenario del nacimiento de Melchor Cano, preparada por Juan Belda Plans.
Una de las obras cumbres del Siglo de Oro español es el tratado De locis theologicis, de Melchor Cano, que había permanecido hasta nuestros días en el culto latín ciceroniano en que se escribió en el siglo XVI. Ofrecemos una magnífica traducción española con abundantes notas críticas, así como fuentes teológicas y clásicas. La edición ha sido dirigida y coordinada por el profesor Juan Belda Plans. El presente trabajo forma parte de un plan de investigación trazado por el prof. Belda, y constituye como una segunda entrega del mismo. La primera fue en el año 2000, con la importante monografía «La Escuela de Salamanca y la renovación de la teología en el siglo XVI», publicada también por la BAC. La traducción española ha corrido a cargo de un equipo de filólogos, cuyo primer producto literario ha sido posteriormente cotejado y perfilado en colaboración con teólogos e historiadores de la teología.
Un día antes de ser elegido Papa, el cardenal Ratzinger se refirió a la «dictadura del relativismo» como la gran lacra de nuestro tiempo, lo que hizo que muchos pensaran que ese podría ser el título de una encíclica. Pero el tema tenía que ser abordado también desde la filosofía y la teología. A esto responde nuestra obra, que se fija, únicamente, en este problema dentro del seno de la Iglesia. El autor ofrece, en este sentido, sus reflexiones a fin de consolidar unos principios teológicos y antropológicos que permitan fundamentar con solidez las certezas de la fe que han de ser transmitidas.
José Antonio Sayés Bermejo (1944, Peralta, Navarra), sacerdote, es doctor en teología por la Univ. Gregoriana y profesor de Teología fundamental en la Fac. de Teología del Norte de España (sede de Burgos). Ha escrito más de cuarenta obras de teología y filosofía.