
El volumen recoge las ponencias del XLIV Simposio de Teología Trinitaria (octubre de 2009), que tratan de la legitimidad del discurso sobre Dios, del ateísmo desde el punto de vista filosófico, del diálogo entre la afirmación de Dios Trinidad y su negación por el ateísmo o también entre el ateísmo científico y la fe cristiana. A diferencia de José Saramago, ateo confeso, el cual declaraba por los días del simposio que ya no hay que conformarse con ser ateo tranquilo, sino que hay que pasar a ser beligerantes, o insolentes, ante la supuesta intolerancia de la Iglesia al confesar la fe en Dios como salvación del hombre, los autores de esta obra entablan un diálogo sereno y respetuoso con los que profesan el ateísmo desde la filosofía y desde la ciencia.
A veces, no sin cierto halo publicista, las Constituciones apostólicas han sido presentadas como el Derecho Canónico de la Iglesia del siglo IV. Se trata de una obra compuesta hacia el año 380 en la zona de Siria y que se alza sin duda como la obra más monumental entre los que se han dado en denominar «ordenamientos eclesiásticos» (Kirchenordnungen, Church Orders) de los primeros siglos de la Iglesia. El autor recopiló y reelaboró una considerable cantidad de materiales previos que permiten conocer la conducta de los cristianos (trabajo, lecturas, acicalamiento, baños, matrimonio…); la elección y consagración de los obispos, presbíteros y diáconos así como otros ministerios; la misión y el ejercicio de los mismos, la liturgia, la configuración de las reuniones cristianas y de sus lugares de culto; las disposiciones acerca de las viudas, los huérfanos, la limosna, las relaciones entre amo y siervo; el estatuto de las vírgenes, el honor debido a los mártires, la descripción de los cismas, las normas en torno al ayuno y los tiempos de oración; el texto de diversas oraciones usadas por los cristianos, las fiestas y solemnidades… La obra aparece como fruto de una reunión de los apóstoles, pero esto no se ha de ver como un mero procedimiento de falsificación con el fin de engañar a los lectores, sino como un recurso estilístico para expresar que el contenido responde al espíritu de los apóstoles o a la vida de la Iglesia que se construye sobre el fundamento de la apostolicidad. En suma, una manera de afirmar que los apóstoles habrían decidido lo mismo de haberse encontrado en las mismas circunstancias. Las Constituciones apostólicas se han comparado últimamente a los Talmudim, donde los rabinos compilaban diversas tradiciones legales, y se ha afirmado que son como el prólogo decisivo para el posterior desarrollo del derecho en la Iglesia. No obstante, nos encontramos todavía en una fase en la que el derecho (salvo en los 85 cánones de la última parte del libro VIII) se expresa mediante un lenguaje que recuerda más a las exhortaciones del predicador que al modo de hablar del jurista.
El libro de Job presenta el drama de un hombre justo que es consciente de no merecer las desgracias que sufre. Esta lucha honesta y sincera contra el mal y el silencio de Dios ha intrigado siempre a una gran variedad de lectores. El interés por el libro de Job, sin embargo, no fue grande en las primeras generaciones cristianas. El primer autor del que sabemos con certeza que hizo una interpretación sistemática del libro de Job es Orígenes, que escribió un ciclo de 22 homilías, si bien este texto nos ha llegado sólo parcialmente mediante las catenae. Un mayor interés, en cambio, surgió al final del siglo iv y comienzos del v, tanto en Oriente como en Occidente. Los textos que se encuentran en este volumen están tomados de comentarios sistemáticos al libro de Job. Entre los autores en lengua griega tenemos a Orígenes, Dídimo el Ciego, Juliano Arriano, Juan Crisóstomo, Hesiquio de Jerusalén y Olimpiodoro. Entre las fuentes latinas encontramos a Juliano de Eclana, Felipe el Presbítero y Gregorio Magno. Y entre las siríacas, a Efrén de Nisibi e Iso’dad de Merw.
Las fuertes transformaciones de nuestra cultura hacen que sea imperativo repensar la actitud cristiana sobre el placer. Este desafío afecta no sólo a la credibilidad del cristianismo, sino al camino de humanización de los fieles. En este desafío, es totalmente pertinente interrogar a los textos fundadores, pues la literatura puede promover una mirada nueva a algunos problemas humanos ligados a la experiencia del placer; a saber, el problema del reconocimiento, la alteridad, la dominación y el poder.
Mike van Treek opta sin prejuicios por una exégesis resueltamente moderna que reacondiciona las herramientas de lectura ya existentes para adaptarse mejor al texto bíblico, en lugar de plegar este último a instrumentos prefabricados. Propone así una metodología nueva, de la cual sacarán beneficios todos aquellos que se inspiren en ella para realizar estudios de temas antropológicos en la Biblia hebrea.
En lo que concierne a la temática del placer, aunque este estudio no pretende examinar todos los detalles de ella, constituye una contribución de calidad que coloca balizas firmes a partir de las cuales será posible releer otros relatos veterotestamentarios, pero también la poesía, con la ayuda de los innovadores enfoques propuestos por este libro.
Conviene saludar esta obra que, para ser una «obra de la juventud», no hace menos gala de madurez en su manera de abrir vías inéditas (André Wénin).
Il sussidio fa parte della collana rivolta alla formazione del clero. Le riflessioni, presenti nel volume, pongono attenzione alla figura e alla pastorale di san Carlo Borromeo, a cui è dedicato questo anno pastorale.
«I banchetti eucaristici della chiesa ricordano l’ “ultima cena”, che a sua volta ricapitola i numerosi pasti consumati da Gesù nel corso della sua vita pubblica assieme ai suoi discepoli. Allo stesso tempo, essi si fondano sui pasti post-pasquali della comunità cristiana, resi possibili dalla presenza del Risorto che si mostra vivente e si fa riconoscere Signore. Questo è sufficiente a farci comprendere in quale misura la laconicità di quelli cha siamo soliti chiamare "racconti dell'istituzione eucaristica" nasconda in realtà una notevole ricchezza. I racconti fondatori non si limitano all'ultima cena.
Inizieremo dunque questo studio rileggendo i quattro racconti fondatori e analizzandone lo sfondo letterario e storico. Procederemo quindi rilevando come i commenti dei padri interpretino pressoché costantemente i racconti dell'istituzione in modo puramente letterale... La ricerca prosegue attraverso le liturgie antiche e quelle moderne, sia cattoliche, sia riformate, sia ortodosse... Infine, nelle pagine conclusive esplo¬reremo la nascita e i mutamenti dei temi iconografici e apologetici legati ai racconti fondatori dell'eucaristia» (HUGUES COUSIN).