
Conocer a Dios, asomarse a su intimidad, encamina derechamente al hombre hacia un misterio sublime, el más importante del dogma cristiano: Dios es uno y trino, tres personas en un solo Dios. El hombre, durante siglos, ha entrado de puntillas a analizar este misterio, mediante la piedad y la teología, de la mano de lo revelado por el mismo Dios.
Maspero ofrece aquí un valioso recorrido por la historia del dogma trinitario, vértice de toda la doctrina cristiana, que ayuda, en definitiva, a conocer la propia dignidad del ser humano.
Giulio Maspero (Como, Italia, 1970) es doctor en Física por la Universidad de Milán y en Teología por la Universidad de Navarra. Es sacerdote desde 2003, profesor de Teología en la Universidad de la Santa Cruz, Roma, y miembro del consejo de la Pontificia Academia de Teología.
El autor trata de la obra más maravillosa del Espíritu Santo, que es nuestra propia vida espiritual; y en especial de la oración, elemento inspirador de toda la armonía, principio de unidad, y clave de esa obra en el alma del cristiano. "No quiero decir con esto -afirma en su introducción- que para la vida espiritual baste con la oración; se necesitan, sin duda, otros elementos; pero el elemento positivo, pudiéramos decir, el elemento director, es precisamente la oración. Quiero mostrar, desde luego, cómo la oración es el principio esencial y positivo de la vida espiritual, y cómo el Espíritu Santo es el gran inspirador, el gran director de ese procedimiento divino, por el cual nos vamos constantemente acercando a Dios y transformando en él". Luis María Martínez (1881-1956) fue Arzobispo Primado de México desde 1937 y es conocido en su país y en toda América latina por sus escritos sobre el Espíritu Santo. De profunda piedad, se ha iniciado su proceso de beatificación.
Millones de personas se dirigen cada día a su trabajo. Algunos van a disgusto, como obligados a una tarea que no les interesa ni les agrada. A otros les importa únicamente el sueldo que recibirán y sólo eso les proporciona aliento para trabajar. Otros encarnan lo que Hannah Arendt llama el “animal laborans”: el trabajador sin más fin ni horizonte que el mismo trabajo al que la vida le ha destinado y que realiza por inclinación natural o por costumbre.
Por encima de todos ellos en humanidad se encuentra la figura del “homo faber”, el que trabaja con perspectivas más amplias, con el afán de sacar adelante una empresa o un proyecto, unas veces buscando la afirmación personal pero otras muchas con la noble aspiración de servir a los demás y de contribuir al progreso de la sociedad.
Entre estos últimos deberían encontrarse los cristianos, y no sólo en primer lugar sino en otro nivel. Porque si de veras son cristianos, no se sentirán esclavos ni asalariados, sino hijos de Dios para quienes el trabajo es una vocación y una misión divina que se ha de cumplir por amor y con amor.
En su célebre discurso del 2008 al Collège des Bernardins, en París, Benedicto XVI mostró que el cristianismo posee la clave para comprender el sentido del trabajo, al afirmar que el hombre está llamado a prolongar la obra creadora de Dios con su trabajo, y que debe perfeccionar la creación trabajando con libertad, guiado por la sabiduría y el amor. El mismo Hijo de Dios hecho hombre ha trabajado muchos años en Nazaret, y «así santificó el trabajo y le otorgó un peculiar valor para nuestra maduración» (Papa Francisco, Laudato si’, 98).
Todo esto muestra que el trabajo es “vocación” del hombre, “lugar” para su crecimiento como hijo de Dios, más aún, “materia” de su santificación y de cumplimiento de la misión apostólica. Por eso el cristiano no ha de temer el esfuerzo ni la fatiga, sino que ha de abrazarla con alegría: una alegría que tiene sus raíces en forma de Cruz.
La última frase es de san Josemaría Escrivá de Balaguer, el santo que ha enseñado a “santificar el trabajo”, convirtiéndolo nada menos que en “trabajo de Dios”. En su mensaje se inspiran las páginas de este libro. Mejor dicho, se inspiran en el Evangelio, pues san Josemaría no ha hecho otra cosa que enseñar las palabras y la vida de Jesús, sobre todo los años transcurridos en Nazaret junto a José, de quien aprendió a trabajar como artesano, y junto a María, que le sirvió con su trabajo en el hogar.
Jesús, María y José aparecen en la portada de este libro, que reproduce una de las escenas del retablo en alabastro que se encuentra en el Santuario de Torreciudad (Aragón, España), obra maestra del escultor Joan Mayné. El lector puede contemplar en esa imagen todo lo que se dispone a leer en este libro. Incluso, si quiere, puede "entrar ahí" como uno más de la familia de Nazaret, porque también es hijo de Dios, y esa casa y empresa es la escuela para aprender cómo se ha de convertir el trabajo en oración: en una “misa” que da gloria a Dios y redime y mejora el mundo.
La persona humana está llamada a alcanzar la perfección y la felicidad, la unión con Dios por el conocimiento y el amor, a través de la identificación con Cristo.
Identificarse con Cristo supone vivir las virtudes humanas y sobrenaturales.
En este Manual se estudian las virtudes humanas (salvo la justicia y las virtudes directamente relacionadas con ella, que son objeto de la Moral social).
Cuando se reflexiona sobre las virtudes humanas, es imprescindible ponerlas en relación con las virtudes sobrenaturales (teologales y dones del Espíritu Santo), porque la persona cristiana, que debe identificarse con Cristo (perfecto Dios y hombre perfecto) y continuar su misión en el mundo, debe ser al mismo tiempo muy humana y muy sobrenatural.
La Eucaristía es un inefable misterio de fe. Un misterio porque la razón humana se encuentra ante una verdad que no es capaz de conocer sin la ayuda de la revelación y de la fe. N o obstante en este misterio se nos revela el secreto divino (cfr. Ef 1, 9; 3, 9; 1 Co 2, 7), el designio del Dios vivo, Uno y Trino, de salvar al hombre en Cristo, y se nos ofrece también la posibilidad de encontrarnos personalmente con Él. En efecto, cada vez que la Iglesia celebra la Eucaristía, Jesucristo se hace presente en los signos sacramentales del pan y del vino en el acto de ofrecer su vida al Padre por la redención de la humanidad. En Él y con Él se hace presente su obra salvífica, el sacrificio de nuestra redención en la plenitud del misterio pascual de su pasión, muerte y resurrección gloriosa. No se trata de una presencia estática, mera- mente pasiva, porque el Señor se hace presente con el dinamismo de su amor salvador: en la Eucaristía Él nos invita a acoger la salvación que nos ofrece y a recibir el don de su cuerpo y de su sangre como alimento de vida eterna, permitiéndonos entrar en comunión con Él -con su persona y su sacrificio-y en comunión con todos los miembros de su cuerpo místico que es la Iglesia. La finalidad del presente libro es contribuir a un mayor conocimiento de este misterio de fe, para acoger con más amor el don de Cristo. Se esfuerza por conducir el discurso de modo rigurosamente teológico y a la vez accesible a los cristianos interesados en profundizar su formación doctrinal.
La transmisión de los fundamentos del saber moral se ha interrumpido.... Hay que reanudar esa transmisión volviendo a quienes han sido modelo de gran intuición y buen hacer en cuestiones didácticas, como Romano Guardini
Misericordia: es la ley fundamental que habita en el corazón de cada persona cuando mira con ojos sinceros al hermano que encuentra en el camino de la vida. Misericordia: es la vía que une Dios y el hombre, porque abre el corazón a la esperanza de ser amados para siempre no obstante el límite de nuestro pecado (Papa Francisco)
¿Por qué los primeros cristianos estaban dispuestos a defender hasta la última palabra del Credo, incluso con su propia vida? ¿Por qué sigue sucediendo lo mismo en la actualidad? ¿Por qué los judíos, romanos y persas, entre otros, consideraban el credo cristiano como una amenaza al orden social establecido? Scott Hahn, en este libro, trata de explicar de dónde procede su carácter revolucionario. Ahondando en las primeras formulaciones de fe llevadas a cabo por la Iglesia primitiva, y más tarde por los concilios ecuménicos, El Credo narra la historia de una fórmula que reúne el dogma cristiano, ayuda a prepararse para el cielo, y muestra cómo vivir aquí en la tierra.
Scott W. Hahn es profesor de Teología y Sagrada Escritura en la Franciscan University de Steubenville (Ohio), y ha sido nombrado por el Papa Benedicto XVI catedrático de Teología Bíblica y Proclamación Litúrgica del Saint Vincent Seminary (en Latrobe, Pennsylvania). Está casado y es padre de seis hijos. Entre sus libros, cabe destacar: Roma, dulce hogar; La Cena del Cordero; Dios te salve, Reina y Madre; Lo primero es el amor; Señor, ten piedad, Comprometidos con Dios, Trabajo ordinario, gracia extraordinaria, La alegría de Belén y La fe es razonable, todos ellos publicados por Rialp.
El autor de este libro conoció al papa Francisco en sus primeros años de formación teológica. Convivió con él y fue profesor suyo en Buenos Aires, conexiones clave para conocer las raíces teológicas de quien hoy guía la Iglesia católica y que tanto influyen en sus decisiones. Sus acentos teológicos y pastorales están contenidos en este modelo que aquí desgrana Scannone, uno de los fundadores de la filosofía de la liberación y perteneciente a la segunda generación de la teología del pueblo argentina. Su modelo nace de la experiencia de fe del pueblo y permite la inculturación de la teología por mediación de la sabiduría y la piedad populares del Pueblo de Dios encarnado en los pueblos de la tierra (locus theologicus, es decir, fuente de reflexión teológica, según Evangelii gaudium).
JUAN CARLOS SCANNONE, jesuita argentino, doctor en filosofía por la Universidad de Múnich, licenciado en teología por la Universidad de Innsbruck, discípulo de Karl Rahner y Bernhard Welte, es uno de los fundadores de la filosofía de la liberación y pertenece a la segunda generación de la teología argentina del pueblo. Trabaja pastoralmente en un barrio obrero del Gran Buenos Aires. Es miembro de la Academia Europea de Ciencias y Artes (Salzburgo), asesor del CELAM, doctor honoris causa por la Universidad Católica de Córdoba (Argentina) y profesor extraordinario de la de San Marcos (Lima). Profesor emérito de las Facultades de Filosofía y Teología de San Miguel (Argentina), ha sido profesor invitado de varias universidades, entre ellas la Gregoriana (Roma), las de Fráncfort, Salzburgo y Viena, la Iberoamericana (México) y la Faculdade Jesuíta de Filosofia e Teologia (Belo Horizonte, Brasil). Autor de nueve libros, editor y coautor de otros veinte, ha escrito más de 150 artículos sobre filosofía, teología y doctrina social cristiana.
CON PREFACIO DE BENEDICTO XVI
El cardenal Sarah afronta en estas páginas la necesidad del silencio interior para escuchar la música de Dios, para que brote y se desarrolle la oración confiada con Él.
El ruido nos impone su dictadura un día y otro, hasta el punto de que rara vez añoramos el silencio. Sin embargo, el ruido genera el desconcierto del hombre, mientras que en el silencio se forja nuestro ser personal, nuestra propia identidad.
Tras el éxito internacional de Dios o nada, el cardenal Sarah afronta en estas páginas la necesidad del silencio interior para escuchar la música de Dios, para que brote y se desarrolle la oración confiada con Él, para entablar relaciones cabales con nuestros allegados. "La verdadera revolución -afirma- viene del silencio, que nos conduce hacia Dios y los demás, para colocarnos humildemente a su servicio".
De nuevo en esta larga y profunda conversación con Nicolás Diat, el Cardenal propone la siguiente pregunta: ¿pueden aquellos que no conocen el silencio alcanzar la verdad, la belleza y el amor? La respuesta es innegable: todo lo que es grande y creativo está relacionado con el silencio. Dios es silencio.
El prefecto de la Congregación vaticana para el Culto divino y la disciplina de los Sacramentos, enlaza y enumera hasta 365 pensamientos, hondos y variados, a propósito del silencio y sus efectos, que concluyen con un excepcional y riquísimo diálogo con Dom Dysmas de Lassus, Prior General de la Grande Chartreuse.
"Si bien el habla caracteriza al hombre, el silencio es lo que lo define, porque la palabra hablada solo adquiere sentido en virtud de ese silencio". Este es el hermoso y significativo mensaje de La fuerza del silencio.
Robert Sarah nació en Guinea en 1945. Sacerdote desde 1969, en 1979 fue nombrado Arzobispo de Conakri, con 34 años de edad. En 2001 Juan Pablo II lo llamó a la Curia romana, donde desempeñó sucesivamente dos altos cargos. Benedicto XVI lo creó Cardenal en 2010, y en 2014 Francisco lo nombró Prefecto de la Congregación para el Culto divino y la disciplina de los Sacramentos.
Nicolas Diat es periodista y autor francés.
«Iglesia, ¿qué dices de ti misma?». Esta pregunta, que resonó al inicio del Concilio Vaticano II, ha de ser formulada y respondida por cada generación de cristianos si quieren hacer de la Iglesia su hogar.
La recepción del Concilio, por tanto, continúa siendo una tarea pendiente. No aceptarlo y volver a una Iglesia de tiempos pasados, o considerarlo caduco y apostar por una utopía tan solo imaginada son dos estrategias que coinciden en no aceptar la exigencia de los desafíos que la sociedad actual plantea a la Iglesia.
Asimismo, conviene recordar que por ser un concilio de reforma, el Vaticano II sigue urgiendo a la Iglesia a comprometerse con el anuncio íntegro del Evangelio.
Partiendo del portentoso signo de los tiempos que constituyó el Concilio, este libro invita a profundizar en la identidad de la Iglesia como sacramento de comunión y de misión, de modo que no termine convirtiéndose en un simple y nostálgico testimonio del pasado.
Ricardo Blázquez ha sido catedrático de Eclesiología en la Universidad Pontificia de Salamanca. Fue ordenado obispo en 1988 y creado cardenal en 2015 por el papa Francisco.

