Esta selección de las obras de Lutero es ya un clásico en nuestra lengua. Imprescindible en cualquier biblioteca abierta a los autores que han intervenido en la construcción de nuestra cultura. Veintiún escritos, dispuestos por orden cronológico y seleccionados para abarcar los campos principales de su pensamiento y su acción.
Se hallarán obras polémicas como las 95 tesis, la violenta Cautividad babilónica de la Iglesia, junto a tratados como la Libertad del cristiano, Derecho de la comunidad a elegir a sus predicadores, bíblicos, pastorales, catequéticos como el Catecismo breve, económicos como el Tratado sobre el comercio y la usura, donde esgrime toda su fuerza contra las formas desacostumbradas del naciente capitalismo; la serie dura y relacionada con la Guerra de los Campesinos y Thomas Müntzer, o páginas íntimas como sus Cartas, sus Charlas de sobremesa, que revelan un Lutero inesperado, en su amargura o en la cumbre de su honor sajón.
En atención al lector, esta edición se abre con una amplia introducción general que sitúa la producción luterana en su contexto histórico y estudia toda la amplia problemática religiosa.
La traducción de las obras, tradicionalmente vedadas a tantos lectores en castellano, se basa en ediciones príncipes contrastadas con ediciones críticas modernas. Preparada por un historiador, esta rigurosa selección ha sido realizada con un carácter esencialmente objetivo, lo que hará posible y positiva la lectura de unos libros que en su tiempo estuvieron entre los más leídos y que aún hoy conservan una envidiable actualidad.
Esta obra presenta la fe cristiana como un don gratuito de Dios, y desentraña minuciosamente, a la luz de la dilatada tradición de la Iglesia y de sus teólogos, el proceso por el que los creyentes accedemos, mantenemos y avanzamos en esa fe. Como un don gratuito que no rehuye la reflexión y el estudio de quien busca lo comprensible y aspira a encontrar sólidos fundamentos de credibilidad para sus creencias más íntimas. Las reflexiones y razonamientos que el autor ofrece a sus lectores pretenden confirmar en la fe a quienes se la plantean sincera y honestamente, en su doble dimensión personal y comunitaria, y abrirles a un horizonte de plenitud y eternidad.
La Biblioteca de Iniciación Teológica responde a la necesidad -muchas veces manifestada- de contar con unos libros de divulgación teológica que estén al alcance del cristiano que quiera profundizar en su formación. En esta colección se han publicado diecinueve títulos.
La fe es la base y la raíz de la teología. Esta ciencia es exactamente el desarrollo de la fe, realizado con ayuda de la razón humana.
Como en toda introducción, se estudian aquí -de modo asequible al lector medio- la naturaleza, las fuentes y el método de la ciencia teológica.
José Morales Marín, sacerdote, es profesor de Teología Dogmática en la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra. Trabaja en temas de Teología dogmática y espiritual, y ha investigado en la vida y escritos del Cardenal Newman. Es autor de numerosos estudios sobre teología, historia y literatura
Hans Urs von Balthasar nació en Lucerna (Suiza) en 1905. Realizó estudios de música, filología germánica y filosofía en Viena, Berlín y Zurich. En 1929 entró en la Compañía de Jesús. En su formación teológica son decisivas las relaciones con Erich Przywara y Karl Barth, pero sobre todo destacan dos encuentros en particular: con Henri de Lubac, su maestro en teología, y con Adrienne von Speyr, junto a la que comenzó una experiencia de vida religiosa centrada en una visión trinitaria de la vida cristiana y en una presencia activa en el mundo. Al mismo tiempo funda y dirige la editorial Johannes Verlag, que se propone publicar los escritos de los Padres de la Iglesia y de algunos teólogos que situaron como centro de su reflexión a Cristo. Su pensamiento teológico está dominado por la idea de que sólo el amor es creíble. Sobre este fundamento von Balthasar construyó su vasta obra teológica cuya forma más acabada se encuentra en la trilogía Gloria, Teodramática y Teológica. En reconocimiento a su persona como punto de referencia para toda la teología católica, fue nombrado cardenal por el papa Juan Pablo II pocos días antes de su muerte, acaecida el 26 de junio de 1988.
"¿Qué cosa hay tan tuya como tú mismo? ¿Y qué cosa hay menos tuya que tú mismo?" Estas palabras de san Agustín pueden condensar la base de experiencia humana sobre la que se asienta la visión creyente del hombre. Porque nada hay más nuestro que la fraternidad y nada hay menos nuestro que el ser realmente hermanos. La Antropología Teológica, en este sentido, no pretende añadir nada a las diversas determinaciones humanas que otros saberes descubren y estudian (corporalidad, autoconciencia, necesidad de un "mundo", socialidad, sexualidad, capacidad de progreso, de razonamineto, de juego...) Simplemente descubre que todas esas determinaciones humanas se encuentran bañadas por una doble luz contradictoria:
En todos esos contenidos, el hombre es, a la vez, particularidad universalizada, relatividad absolutizada, creatura-imagen de Dios. Y esta base contradictoria se agudiza aún más, primero, por el pecado del hombre ("egoismo potenciado"), que diviniza su propia particularidad limitada instaurando estructuras de dominio o pervirtiendo las estructuras de fraternidad que otros intentaron crear; y luego, por la "mirada benevolente de Dios", que sigue ofreciendo al hombre la posibilidad de valer absolutamente, pero no por lo que él haga o tenga, sino por el Amor de Dios que se le ofrece como llamada y como proyecto: un "proyecto de hijo" que se verifica en el seno de una vocación a la fraternidad, en el seno de un "proyecto de hermano".
La lenta trayectoria de esa Gracia, que libera al hombre de sí mismo para liberarlo para los demás y que es ofrecida a todos (creyentes explícitos o no), es lo que más detenidamente se estudia en esta obra, valiéndose para ello de un doble recurso fundamental: el recurso a la experiencia humana, que es simplemente lenguaje y gramática para el mensaje de la fe, y el recurso a la historia de la teología, cuyas duras experiencias van marcando un difícil camino entre la "derecha" jansenista, que cree poder afirmar a Dios a costa de la fraternidad humana (y que hoy revive, según el autor, en muchos movimientos involucionistas), y la "izquierda" pelagiana, que cree poder realizar lo fraterno (es decir: lo divino) del hombre al margen de la Gracia de Dios.
Al acabar esta trayectoria, tal vez el lector se atreva a repetir que, a pesar de tantos crímenes y a pesar de tantos pesares, "hay en el hombre más cosas dignas de admiración que de desprecio".