
El cardenal Martini reflexiona en esta obra sobre la vida después de la muerte, el juicio y la resurrección, temas fundamentales de la fe y de la esperanza cristiana. Para ello se apoya en el último artículo del Credo apostólico: "Creo en la vida eterna", convencido de que "la muerte y la consiguiente separación de las personas que queremos no es la última palabra". Su reflexión parte del miedo a la muerte, que reconoce como un instinto inextirpable pero que es posible superar cuando el ser humano, imitando a Jesús y a María, se pone en brazos del Padre y encuentra la fuerza necesaria para mirar con confianza su destino. Tras la muerte del cardenal Martini, estas páginas adquieren el carácter de un testamento espiritual destinado a dejar profundas resonancias.
John Allen, uno de los periodistas del ámbito religioso más importantes del mundo, ofrece en este libro una visión sorprendente y provocadora de hacia dónde se dirige la Iglesia católica, basándose en el impacto de los movimientos sociales, culturales y políticos actuales, y diseña el marco en el que esta deberá dar respuesta a los desafíos de un mundo en constante movimiento. En un estudio periodístico y no teológico, y por lo tanto descriptivo más que prescriptivo, el autor presenta las diez corrientes o tendencias que considera que definen esta transformación: una Iglesia cada vez más mundial, volcada en el catolicismo evangélico, abierta al diálogo con el islam, marcada por el papel ampliado de los laicos y atenta a cuestiones como la nueva demografía, la revolución biotecnológica, la globalización, la ecología, la multipolaridad y el pentecostalismo. El libro se completa con una bibliografía para cada capítulo y un amplio índice de nombres y materias.
En la Iglesia ortodoxa tres son las realidades fundamentales: la experiencia, el culto divino y la vida ascética. Esas tres fuentes permiten profundizar en cuestiones capitales como: las personas o hipóstasis de la Trinidad, la concepción de persona que emana de la teología de los iconos, la eclesiología a partir de la iglesia local, la realización de los sacramentos desde la teología del misterio.
Felmy analiza las obras teológicas de la ortodoxia, pero también tiene en cuenta los iconos y los poemas hímnicos. Todo ello le lleva hacia la experiencia y lo experimentable de una fe que busca ser idéntica a las proposiciones clásicas que siempre se enseñaron en Oriente.
Tras examinar la cuestión del mal, puerta de ingreso en la sugestiva y extensa dogmática titulada Dios para pensar, el profesor Gesché invita a reflexionar sobre el hombre.
Pocas tareas han reclamado tantas energías en la época contemporánea como la de intentar comprender al ser humano. Su misterio ha buscado ser esclarecido desde ámbitos tan distintos como la biología, la antropología cultural, la psicología, el pensamiento político o la sociología, sin llegar a alcanzar del todo el objetivo deseado. Este aparente fracaso se ha debido en gran medida al excluyente planteamiento horizontal que se ha empleado en la resolución de tan arduo enigma.
Y sin embargo, ¿no habrá llegado la hora de sumar a los valiosos resultados alcanzados por las ciencias humanas la aportación original de la teología? Así, la propuesta de cambiar de perspectiva y contemplar desde arriba al ser humano, es decir, desde la alteridad que le proporciona el tú divino, tal vez pueda servir para romper el círculo que tiene encerrado en sí mismo al propio hombre.
El profesor Cesare Giraudo nos ofrece una reflexión sobre el significado de la celebración eucarística siguiendo el ejemplo de los Padres de la Iglesia, que «oraban y después creían, oraban para poder creer, oraban para saber cómo y qué debían creer».
Estas páginas ágiles y profundas constituyen una serie de catequesis mistagógicas sobre los diversos momentos de la plegaria eucarística, concebidos no como un sucederse de partes deslavazadas, sino como una unidad capaz de conducirnos al corazón del misterio cristiano.
Se trata de un intento de analizar la eucaristía no desde la mesa de estudio, sino «en la iglesia», a partir del lugar y el momento de la misma celebración. Así, el redescubrimiento de la eucaristía será también el de la Iglesia, es decir, el cuerpo eclesial formado por los participantes.
Presupuestos antropológicos fundamentales sobre los que se asienta la estructura de la sexualidad humana y la comunicación entre varón y mujer; están en la base de la ética sexual de inspiración cristiana.
Cualquier sitio es bueno para pedir perdón a Dios, y también lo es cualquier momento. Esto, que vale para la contrición interior, ¿es válido también para la celebración sacramental de la reconciliación, o debe celebrarse en lugares específicos, a menos que ello resulte imposible o inconveniente?
La praxis penitencial de la Iglesia ha ido variando a lo largo de los siglos hasta encontrar formas y definir circunstancias que la experiencia ha demostrado útiles. Pero la actual crisis en la recepción de este sacramento por parte de los fieles ha llevado a algunos a plantearse la cuestión de si tal crisis puede deberse, al menos en parte, a esas formas y circunstancias. Este libro responde a esa cuestión.
Arturo Blanco es sacerdote (1973), Profesor Extraordinario de Teología Fundamental en la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad de la Santa Cruz (Roma), y Presidente del Instituto Superior de Ciencias Religiosas de la misma Universidad (1997). Es especialista en historia y teología del cuarto sacramento. El libro que ahora presenta resume una investigación publicada ampliamente en Spazio e tempo nella riconciliazione sacramentale (Roma 1999).
«La responsabilidad frente a la vida empieza allí donde surge la vida humana, en la intimidad de la unión corporal entre el hombre y la mujer. Cuando el amor corporal -la sexualidad- se convierte estructuralmente en un acontecer en el que la dimensión de la responsabilidad frente a la procreación de nueva vida ya no desempeña un papel constitutivo, porque el propio comportamiento sexual ha sido privado voluntaria y conscientemente de esa dimensión mediante una medida anticonceptiva, tiene que quedar modificada necesariamente también la actitud hacia la vida y su surgimiento.
Es verdad que en cierto sentido la suerte ya está echada. Nuestras sociedades desarrolladas son, ya desde hace largo tiempo, sociedades en las que la anticoncepción, la medicina reproductiva y el aborto, y pronto quizá también la clonación terapéutica y la investigación consumidora de embriones, son realidades que gozan de reconocimiento en mayor o menor medida. Pero esto no es razón alguna para dejar de estudiar su problemática ética. Al contrario. La patología de una sociedad en la que estos modos de comportamiento son realidades reconocidas quizá no se entienda correctamente hasta que se proporcionen desde el punto de vista ético los correspondientes criterios de enjuiciamiento.»
Martin Rhonheimer, autor de numerosos libros y artículos sobre su especialidad, es profesor de Ética y Filosofía política en la Facultad de Filosofía de la Pontificia Universidad de la Santa Cruz, en Roma. Ha estudiado Historia, Filosofía, Ciencias Políticas y Teología en Zürich y Roma. Es Doctor en Filosofía. Fue ordenado sacerdote en 1983. Antes desarrolló actividades de investigación en las universidades de Zürich y Friburgo (Suiza).