El problema de la paz es tan complejo como difícil. No sólo hay obstáculos prácticos, sino también dificultades teóricas. No es posible valorar correctamente el problema del otro sin un conocimiento de su cultura-conocimiento que no puede alcanzarse sin amor- de ahí la importancia de la interculturalidad. La paz de la humanidad depende de la paz entre las culturas. Este libro quiere ser una contribución para enfrentarse a este problema. La interculturalidad pone en cuestión los mitos dominantes del statu quo actual, pero nos lleva a una relatividad liberadora. La humanidad se encuentra ahora frente a una encrucijada de dimensiones históricas. Éste es el verdadero desafío de la llamada globalización: o la civilización tecno-científica es superior a toda otra cultura y, por tanto, está llamada a imponerse, o existen también otras culturas que permiten igualmente al hombre alcanzar su plenitud y su felicidad.
El comienzo de la filosofía lo constituye la indagación de los pensadores griegos acerca de la razón primordial de todo, a la que denominan «Dios» o lo «Divino». La metafísica clásica considera a Dios como lo Primero y lo más Excelso, desarrollando la concepción de lo Uno Primordial, tal como aparece en el pensamiento de la antigüedad tardía.
El pensamiento cristiano está presidido, desde un principio y durante toda la Edad Media, por la idea de «Dios»; fundamenta esta idea filosóficamente y la sigue desarrollando. También los más insignes pensadores de la Edad Moderna profesan a su manera la creencia en la existencia de Dios, y hacen de ella el fundamento y el contenido principal de su filosofía.
En la actualidad existen no pocas personas en Occidente que viven y piensan como si Dios no existiera. Y sin embargo, en la mayor parte del mundo la fe religiosa conserva e incluso acrecienta su influencia. También hoy la filosofía puede sin duda esclarecer un gran número de cuestiones sobre la existencia y presencia de Dios.
Casi todos los comentaristas de este famoso texto , lo han considerado una de las mejores exposiciones sintéticas de la filosofía del Aquinate. Verdadero compendio filosófico, en el que están expresadas explícita y claramente la mayor parte de las tesis fundamentales de Santo Tomás
El año 2004 se cumplió el cuarto centenario de la muerte de Domingo Báñez (1528-1604), figura insigne de la Escuela de Salamanca en materias filosóficas y teológicas. Para recordar su figura, la Universidad de Navarra, a través de la Línea Especial de Investigación «Pensamiento clásico español medieval y renacentista» organizó un simposio sobre el tema “El alma humana: esencia y destino”. Este volumen constituye el fruto de aquellos días de debate y reflexión.
El resultado del simposio ha sido un conjunto de artículos cuyo tema común consiste en profundizar en el rico contenido antropológico de los comentarios bañezianos al «Tratado del hombre» de Tomás de Aquino (Suma Teológica, I, qq. 75-102).
Cruz González-Ayesta, es doctora en Filosofía y en Teología por la Universidad de Navarra. Profesora del Departamento de Filosofía de esta misma Universidad, investiga en el área de Historia de la Filosofía Medieval. Es miembro titular de la Société Internationale pour l’Étude de la Philosophie Médiévale y miembro correspondiente de la Pontificia Academia de santo Tomás.
Ha publicado dos monografías sobre Tomás de Aquino: una referente al Don de sabiduría y otra titulada Hombre y verdad. Esta última centrada en el estudio de las QQ. DD. De Veritate.
En esta apasionante investigación sobre las fuentes de la identidad moderna, Charles Taylor nos enseña que la tendencia contemporánea hacia la interioridad, muy lejos de constituir –como muchos querrían– un desastre, es el resultado de los grandes esfuerzos realizados por el hombre para definir y alcanzar el bien. En el corazón mismo de su disquisición, así, Taylor encuentra aquello que él mismo denomina la afirmación de la vida corriente, un valor que, definitiva y totalmente, ha reemplazado a la antigua concepción de la razón ligada a la cuna y a la fortuna. Y, al narrar las revoluciones propuestas por los que fueron sus defensores –San Agustín, Montaigne, Lutero y algunos otros–, se propone asegurarse de que no perdamos de vista sus objetivos. Fuentes del yo, de este modo, no sólo plantea una firme defensa del orden moderno y una aguda contrarréplica a sus críticos, sino también una magnífica explicación –completa, ecuánime, sencilla, fluida, aguda y muy bien escrita– del yo producto de esa situación capaz de adentrarse en las profundidades de su propia herencia con enorme generosidad.
El nombre de Derrida está estrechamente vinculado al término deconstrucción, idea que propugna la disolución de fronteras estrictas entre filosofía y literatura. Se convierte así en una estrategia de lectura, en un mecanismo textual por encima del autor y del texto.