La Metafísica de las Costumbres ocupa un puesto clave en el proyecto kantiano referido a dos ámbitos: el del conocimiento de la naturaleza y el de lo que es posible por la libertad. Si los Anfangsgründe constituyen el desarrollo sistemático de los conceptos básicos descubiertos por la primera Crítica, La Metafísica de las Costumbres desarrolla los conceptos básicos desentrañados por la Crítica de la Razón práctica. De ahí que figure el sistema de la libertad. Precisamente porque esta idea presenta dos dimensiones —interna e interna—, dos serán las partes de esta obra que se reedita: la Doctrina del derecho y la Doctrina de la virtud. La reflexión sobre el derecho, prefigurada en algunos aspectos en el Gemeinspruch y La paz perpetua, cobra aquí fuerza sistemática al contemplar la articulación entre derecho privado, político, de gentes y cosmopolita, así como las relaciones entre derecho y moral; mientras que la Doctrina de la virtud, cuyo fundamento se encuentra en la Grundlegung y en la segunda Crítica, examina la capacidad humana de proponerse fines y adquirir virtudes, haciendo posible la encarnación de la razón práctica.
Signo expresivo del pensamiento de su autor, el Discurso del método (1637) es también huella fehaciente de las tensiones y problemas de una época. Confluencia de diferentes proyectos, la articulación del texto se observa, más que en el discurso del método como tal, en la tarea de fundamentar el nuevo saber —teórico y práctico— moderno. El estilo autobiográfico, más vivo en la Parte I, opera como máscara que acentúa un determinado gesto: destruir críticamente el viejo edificio del saber y alzar sobre otros cimientos el saber moderno. La Parte II especifica el cimiento epistemológico (metodológico), iniciado en las Reglas, y formula la exigencia de nuevo fundamento (ontológico). El nuevo saber es también práctico; de ahí el esbozo original de la moral —Parte III—, que desarrollará en Cartas y en las Pasiones del alma. La meditación metafísica de la Parte IV —continuada en Meditaciones metafísicas— constituye uno de los signos de la época moderna, al darle un fundamento de su figura mediante una determinada interpretación de lo existente y de la verdad. Nuevo signo es la ciencia física de la Parte V, donde resuenan El Mundo y la voz polémica de Galileo. En la Parte VI aparece un tercer signo, la máquina o la técnica, aplicación práctica del saber
La serie de artículos recogidos en este volumen constituye una exposición de las opiniones epistemológicas de Karl R. Popper, más sistemática de lo que a primera vista pudiera parecer, dada la estructura de la obra. El autor, uno de los filósofos de la ciencia más sólidos y audaces del siglo XX, expone aquí algunas de las claves fundamentales de su pensamiento. El punto de partida de su epistemología es el realismo del sentido común, realismo crítico por cuanto que afirma constantemente —en contra del mito del «marco teórico»— la necesidad de poner en tela de juicio el propio punto de partida. Sin embargo, el autor rechaza la teoría del conocimiento del sentido común que concibe el conocimiento como un proceso pasivo —teoría del cubo—, consistente en acumular los datos directamente recibidos a través de los sentidos, para situar en su lugar una concepción activa del conocer —teoría del reflector—, necesariamente ligada a expectativas previas; de modo análogo a como ocurre en el proceso de la evolución biológica. Tanto la evolución como el desarrollo del conocimiento exigen una estructura innata genéticamente a priori —aunque no válida a priori—, que suministra el material de partida que la selección natural o la crítica racional han de modificar para producir el siguiente estadio de desarrollo. Desde esta perspectiva se lleva a cabo la crítica del inductivismo, poniendo en tela de juicio el carácter definitivo de toda pretensión de conocer, abogando por una crítica continua y sin fronteras de todas sus instancias, que no son más que conjeturas provisionales.
La Enciclopedia Oxford de Filosofía es la mejor y más completa obra de este género en tamaño portátil de cuantas existen actualmente publicadas en el mundo. De ahí que no sorprenda el formidable éxito que tuvo su primera edición española. Ahora, casi ocho años después, ve la luz en nuestra lengua una segunda, revisada y notablemente aumentada. Ninguna otra obra similar garantiza como ésta el fácil y provechoso acceso a esos dos templos tan venerables del saber como son el panteón de los grandes fi lósofos, clásicos y modernos, y la colosal tela de araña de conceptos, teorías e instrumentos metódicos, tanto tradicionales como actuales, que tiene prendido al pensamiento fi losófi co de todos los tiempos. El secreto está quizá, como advierte Ted Honderich, coordinador principal de este libro, en que lo que con él se nos ofrece no es tanto una enciclopedia más o menos rígidamente organizada y más o menos mecánicamente expuesta, como un fiel compañero —un companion según gustan decir los ingleses— que pretende ser para nosotros lo más amigable, servicial y confortable que le sea posible.
Para Domingo Báñez (1528-1604) incumbe a la filosofía moral el estudio del derecho y de la justicia en la medida en que el hombre está ordenado a la convivencia política en su fin natural. Sus Decisiones de iure et iustitia comentan la Summa Theologiae, II-II, de Tomás de Aquino desde la q57 a la q78. Define la justicia por lo justo, diciendo que es un hábito mediante el cual deseamos y practicamos lo que es justo; o también que es la voluntad firme e irrevocable de dar a cada uno lo que le pertenece.
En esta traducción se recogen sólo los comentarios a las cuestiones 57-61 que estudian, en primer lugar, la esencia del derecho; en segundo lugar, la naturaleza de la justicia; en tercer lugar, los modos de la injusticia; en cuarto lugar, el juicio de los jueces; y, por último, las partes de la justicia: conmutativa y distributiva.
Un punto importante de este tratado de Báñez lo constituye su explicación de la epiqueya o reconducción práctica de las leyes humanas a la ley natural, hasta tal punto que la epiqueya se constituye como el acto principal de la justicia legal, y sin él queda todo el tratado de la justicia en el aire.
Historia del pensamiento social de Salvador Giner traza la evolución de las concepciones, teorías e ideas de la filosofía política, social, económica y ética de Occidente desde sus albores en la antigua Grecia hasta el presente. Su proverbial claridad, erudición, ecuanimidad y espíritu crítico, ha convertido a esta obra en una herramienta indispensable de trabajo y fuente insoslayable de conocimientos para sociólogos, historiadores, economistas y cuantos muestran interés por la filosofía moral y política. La presente edición ha sido revisada y sustancialmente ampliada con el fin de atender mejor la permanente demanda a que se halla sometido este vasto y ambicioso tratado, un texto clásico y de referencia, sin parangón en lengua castellana. Historia del pensamiento social expone las diversas vertientes de la reflexión sobre la sociedad humana, y muestra las distintas corrientes teóricas y doctrinales en un amplio abanico de dimensiones morales, políticas, económicas y culturales. Los grandes sistemas filosóficosociales de Platón, Aristóteles, Maquiavelo, Montesquieu, Rousseau, Marx, Tocqueville, Weber y de los demás pensadores clásicos, incluidos algunos muy recientes, como Hannah Arendt, reciben aquí tratamiento cabal y riguroso. También lo reciben las diversas escuelas doctrinales, ideológicas o críticas sobre las que se levanta nuestra tradición y sin las que no se entienden las ideas de hoy. Así, se exponen las visiones y argumentos del republicanismo clásico y el moderno, el cristianismo, el liberalismo, el socialismo, el ecologismo e incluso del pesimismo cultural. La obra del profesor Giner culmina con una exposición detallada de las principales teorías sobre la crisis de la modernidad en el marco de los actuales procesos de mundialización, con énfasis especial sobre los movimientos sociales de nuestros días.
Ediciones Paidós publica una de las principales obras de la tradición estética norteamericana El arte como experiencia, de John Dewey, nos relaciona el “romanticismo nórdico” y el expresionismo abstracto. No obstante, la estética de Dewey va mucho allá, pues articula la relación entre la sensibilidad estética moderna y las prácticas artísticas, la naturaleza y la vida cotidiana. Su concepción estética nos devuelve a lo que en su día fue la más importante apuesta de la Estética desde la Ilustración: es decir, a la organización de un entramado conceptual que nos permite concebir las experiencias estéticas como manifestaciones de nuestro potencial para desarrollar una vida más digna e inteligente. Una vida en la que el arte no sea un adorno dominical ni un entretenimiento de lujo, sino una manifestación de nuestra sensibilidad.