
Continuando el proyecto iniciado con su Teología de la creación, el autor nos ofrece ahora una "antropología teológica fundamental" cuyo objetivo consiste en dar razón de la visión cristiana del hombre al nivel de sus estructuras básicas. Qué es el hombre, quén es el hombre...: éstas son, en definitva, las cuestiones abordadas en este libro.
El punto de partida es la categoría bíblica "imagen de Dios" y la concepción antropológica en ella implicada. La exposición sistemática estudia seguidamente el problema alma-cuerpo; el carácter personal, libre y social del ser humano, investido de un valor absoluto y de una dignidad inviolable; su capacidad para modelar creativamente la realidad mediante el trabajo, la técnica y la cultura; su índole de criatura de Dios.
En el desarrollo de esta amplia temática se presta especial atención a los planteamientos hoy vigentes y al intenso diálogo interdisciplinar que están generando: el debate mentes-cerebros-máquinas, la crisis de la idea de persona, las actuales negaciones de la libertad, el obligado paso de la "teología de las realidades terrenas" a las "teologías de lo político" (que recuperan para la noción de "progreso" los necesarios ingredientes ético-sociales), las lecturas de lo humano en clave exclusivamente biológica,etc.
La redacción del libro ha estado presidida por una preocupación de fondo: lo único que, a fin de cuentas, le interesa a la fe cristiana cuando afronta el enigma de la condición humana es saber cómo ha de tratar el hombre al hombre y por qué. Y la respuesta la encuentran los creyentes en el hecho de la encarnacion de Dios: cada hombre ("imagen de Dios") tiene que ser tratado como el propio Dios, porque éste ha querido ser y dejarse tratar como hombre.
La maternidad siempre se ha asociado a la mujer que ha llevado en sus entrañas un nuevo ser y lo ha dado a luz. Pero es mucho más que eso. Hasta los hombres pueden ser madres. La propuesta de la fe a cada creyente es dar la luz del Evangelio a los demás y favorecer su crecimiento «en cristiano». También el Padre amó con un corazón maternal. Merece la pena detenerse a meditar el significado de una vocación tan universal.
El lector se encuentra con un texto original, porque la reflexión teológica apenas se ha ocupado de la experiencia de la maternidad, en la que, sin embargo, Dios se muestra especialmente elocuente. Ése es el objetivo logrado de la autora, que al mismo tiempo evita hacer una exaltación de la madre o de la mujer. Pretende más bien llamar la atención sobre la asombrosa cercanía de Dios a la humanidad, expresada de modo singular en ellas y realizada de forma extraordinariamente radical en María. Un lugar hacia el que todos podemos dirigir la mirada y en el que es posible descubrir el corazón materno de todo cristiano, de la Iglesia y del mismo Dios.
MARÍA DOLORES LÓPEZ GUZMÁN (Pamplona, 1965), madre de familia. Licenciada en Filología Hispánica por la Universidad Complutense de Madrid y en Teología por la Universidad Pontificia Comillas, es profesora de Teología del Laicado y Teología Espiritual en el Instituto Superior de Ciencias Religiosas a Distancia «San Agustín». Autora del libro Cuando vayas a orar. Guía y ayuda para adentrarse en la oración (2005), escribe habitualmente sobre teología y espiritualidad en revistas de pensamiento cristiano como Sal Terrae (de cuyo Consejo de Redacción forma parte), Misión Joven, Catequistas, Crítica, Razón y Fe y Estudios Eclesiásticos. Ha sido coordinadora, desde su fundación, de la Escuela de Oración de las CVX de Madrid y da Ejercicios Espirituales a laicos y a religiosos.
Ante el cristiano que se interroga por el futuro de la fe y por su porvenir liberador, Moltmann plantea este futuro como cuestión teológica, pues la escatología no afecta sólo al «último día», sino a la totalidad de los días: la fe se hace esperanza.
Veintitantos años después de que Aristóteles replantease en sus mejores términos el problema socrático de la relación entre el conocimiento de lo moralmente correcto y la moralidad del cognoscente, Dietrich von Hildebrand intenta en esta obra salir por fin del círculo vicioso al que ese problema ha conducido siempre a la filosofía: que, para ser moralmente bueno es preciso saber cómo se debe obrar, pero, para saber cómo se debe obrar, es preciso, a su vez, ser moralmente bueno. Y en su intento descubre al mismo tiempo la mejor explicación conocida hasta hoy del singular fenómeno de la ceguera para los valores.
Este libro responde al imperativo bíblico: «Santificad a Cristo y dad razón de vuestra esperanza» Para ello hace memoria de sus hechos, discernimiento de su verdad y propuesta de su sentido. «Fundamentos» dice principios originarios y cimientos permanentes. El subtítulo de este segundo volumen «Meta y misiones» presupone la razonabilidad de la fe en Cristo y se adentra en la exposición de lo creído, en la lógica interna que lo anima, en la interacción entre los hechos históricos originadores del cristianismo y la experiencia interior resultan-te de sus diversos niveles de ejercicio: la celebración litúrgica, la acción misionera, la reflexión teológica, el testimonio martirial, las decisiones conciliares, el diálogo crítico con la razón y la colaboración con la conciencia histórica.
OLEGARIO GONZÁLEZ DE CARDEDAL, sacerdote, es catedrático de Teología en la Univ. Pontificia de Salamanca. De sus libros destacamos: "Jesús de Nazaret" (1993). "Cristología" (2001). "La entraña del cristianismo" (2003). "Y Dios" (2004)
El autor, en esta obra, subraya siempre la imprevisibilidad de la vida y la singularidad del proceso místico cristiano: iniciativa del Dios personal, conocido y alcanzado ante todo a través del amor, exento de todo intento de una presentación sistemática de la vida mística.
Por otra parte aunque el P. Bernard ha limitado voluntariamente su estudio en esta obra "a la mística reconocida por la Iglesia Católica", la lucidez de sus análisis le permite hacer numerosas referencias esclarecedoras al Oriente cristiano y a los místicos nos cristianos.
Desde la perspectiva de la persona el libro trata de aquellas conductas que, referidas más directamente a la persona como sujeto singular, sirven para su realización personal en conformidad con el designio salvador de Dios.
La consideración de la persona «en Cristo» permite, a su vez, concebir la conducta como respuesta del hombre a la vocación a realizarse como hijo de Dios en los distintos ámbitos de la existencia.
Para determinar los ámbitos en torno a los que cabe ordenar el estudio del comportamiento moral, se ha optado por atender a aquellos bienes fundamentales a los que por naturaleza tiende la persona: la vida, la sexualidad, la relación con los demás o la vida en sociedad y la verdad.
Más que la determinación de unas normas de conducta que señalen cómo se debe actuar, se centra el interés en mostrar el tipo y calidad de acciones capaces de llevar a la persona a realizarse como tal.