La muerte y el tiempo son conceptos esenciales que recorren la obra de Emmanuel Levinas y que aquí, por primera vez, se convierten en temas precisos. A partir de un riguroso diálogo con dos contemporáneos de envergadura, Heidegger y Bloch, y algunos pensadores de la tradición —Aristóteles, Hegel y Kant—, Levinas desarrolla una formidable reflexión que se propone aclarar las estrechas relaciones entre la muerte y el tiempo. Paralelamente, reanuda su larga reflexión sobre la palabra Dios, para invertir los términos del diagnóstico heideggeriano: cuando la filosofía ha confundido, desde su origen, Dios y el ser, la tarea del pensamiento consiste en liberar a Dios del dominio ontoteológico en el que le ha sumergido la metafísica. Algunos textos se refieren también a otras nociones fundamentales de la obra del filósofo: la responsabilidad, el Prójimo, la paciencia, el Decir, la trascendencia, el testimonio.
«Acaso volverá a decirse que yo pretendo `condenar en bloque` tres siglos historia humana y `colver a la Edad Media`. Nada más falso. Este libro está vuelto hacia el futuro, hacia el inmenso futuro que exige de nosotros una mirada clara y nuevas fuerzas. Lo que en realidad representa el peso muerto del pasado que pasa es la herencia espiritual de Lutero, de Descartes, de Juan Jacobo. De estos cadáveres de ideas que aún nos tienen cogidos es de lo que importa que nos liberemos. No vamos a pedirle al pasado más que lo que no pasa; no efímeras formas, sino sabiduría duradera y armas espirituales. En una palabra: hoy no se puede tomar el propio impulso más que yendo muy hacia atrás en el tiempo; pero no vamos hacia atrás sino para saltar mejor».
El hombre vive en un mundo físico y en un mundo humano, el de la convivencia. Pero no todo en este mundo es personal, sino en gran parte social o meramente psíquico. Hay formas de convivencia en las que los hombres funcionan y se encuentran rigurosamente como personas. Este libro intenta trazar el mapa del mundo personal, con su argumento, su historia, su dramatismo. Un mundo que no puede ser solamente descriptivo, sino narrativo. La enumeración de sus capítulos muestra su contenido:
La condición personal de la vida humana
Persona masculina y femenina
Génesis de la persona
El dramatismo de lo personal
El descubrimiento de la persona
Relieve del mundo personal
Las fronteras
Los amigos
El núcleo personal de las experiencias
El amor personal
La instalación en el mundo personal
Trayectorias
El fondo de la persona.
Hay dos modos de entender la filosofía que han quedado clásicamente representados para siempre: el uno, en los capítulos iniciales de la Metafísica de Aristóteles; el otro, en la Defensa de Sócrates escrita por Platón.
Según el primero, de nada necesita menos el hombre que de la filosofía. Para que ella nazca, el hombre tiene que haber alcanzado el «ocio» perfecto. De acuerdo con esta visión, la filosofía se reduce a tesis, pruebas e hipótesis. Todo en perfecta objetividad.
Desde la perspectiva socrática, por el contrario, la filosofía es imprescindible para vivir. Mejor aún, es un modo de vida, el único modo posible de vida humana verdadera. En este sentido, las proposiciones, las pruebas y las hipótesis pasan a ser partes vivas del hombre, y el pensar se convierte en el más pleno de los sentimientos, en la obra moral por antonomasia, en el camino para perseguir la santidad de Dios mismo.