Con este volumen que contiene las últimas catequesis de Benedicto XVI, Ciudad Nueva cierra un ciclo que ha recorrido los principales temas con los que el papa emérito ha formado a los fieles en sus ocho años de pontificado.
El 11 de octubre de 2011, Benedicto XVI anunció la proclamación de un Año de la fe que se iniciaría un año más tarde, el 11 de octubre de 2012, al cumplirse el 50º aniversario de la apertura del Concilio Ecuménico Vaticano II y el 20º aniversario de la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica, promulgado Juan Pablo II.
Un Año de la fe que se prolongará hasta el 24 de noviembre de 2013, fiesta de Cristo Rey.
Apenas cuatro meses después de la solemne apertura de este Año de la fe, el Papa anunció su renuncia al pontificado. Y sin embargo, en tan breve tiempo nos ha dejado 19 catequesis de enorme profundidad y claridad, que constituyen un valioso compañero de viaje para el camino espiritual que todos estamos llamados a recorrer como Pueblo de Dios, del que no están excluidas todas aquellas personas cuyo corazón alberga una búsqueda de la verdad, el deseo de conocer a Dios y de entrar de algún modo en relación con Él.
Estas catequesis son las que re-cogemos en este libro. Con este volumen, la editorial Ciudad Nueva cierra un ciclo que ha recorrido los principa-les temas con los que Benedicto XVI ha formado a los fieles en sus ocho años de pontificado: Los Padres de la Iglesia, el Año Paulino, los grandes maestros y místicas de la Edad Media, los doctores de la Iglesia, la oración y, ahora, la fe.
Estamos convencidos de que estas profundas meditaciones, estas lecciones magistrales del Papa nunca perderán su actualidad, sino que quedarán como material práctico, bien estructurado y a la vez muy accesible, de enorme valor catequético para la formación del pueblo de Dios.
Esta segunda parte de las catequesis de Benedicto XVI sobre la oración se centra en la vida de la Iglesia naciente narrada en los Hechos de los Apóstoles, las Cartas de san Pablo y el Apocalipsis.
María acompaña con su presencia orante el camino de la primera comunidad cristiana.
Pentecostés no es un hecho aislado: la acción del Espíritu guía constantemente a la Iglesia en medio de persecuciones y dificultades.
El testimonio de san Esteban, la oración unánime durante la cautividad de Pedro… son hechos que muestran los frutos de una profunda comunión: confianza, libertad, fuerza, luz.
En san Pablo –ante todo un místico según el Papa–, la oración se manifiesta con gran riqueza de formas y en todas las situaciones de la vida. «Hemos recibido un espíritu de hijos», y por eso podemos llamar a Dios «Abba, Padre».
El Apocalipsis –libro difícil, rico de simbolismo– presenta una comunidad reunida en oración.
En sus últimas meditaciones el Papa profundiza en la liturgia, lugar privilegiado de oración que expresa a la Iglesia de todo tiempo y lugar.
Ofrecemos en apéndice tres catequesis del Papa sobre tres grandes maestros de oración: Alfonso María de Ligorio, Domingo de Guzmán y Juan Bautista.
Joseph Ratzinger nació en 1927 en Marktl am Inn, Baviera; ha sido catedrático de teología católica, arzobispo de Munich y Freising y, desde 1982, prefecto de la «Congregación para la doctrina de la fe». En 2005 fue elegido papa.
Durante los meses pasados hemos meditado en las figuras de cada uno de los apóstoles y en los primeros testigos de la fe cristiana mencionados en los escritos del Nuevo Testamento. Ahora dedicaremos nuestra atención a los santos Padres de los primeros siglos cristianos. Así podremos ver cómo comienza el camino de la Iglesia en la historia»
(Benedicto XVI).
Con estas palabras el Santo Padre dio inicio a una nueva serie de catequesis, que desarrolló en las audiencias generales de los miércoles desde febrero de 2007 hasta marzo de 2008.
Estas catequesis –que ofrecemos en el presente volumen– abarcan las dos primeras épocas de la Patrística: la primera, que comienza con Clemente de Roma y termina en los albores del siglo IV, con el Concilio de Nicea (año 325), y la segunda, llamada también Edad de Oro de la Patrística, que se extiende durante todo el siglo IV y llega hasta 430, con la muerte de san Agustín.
La obra se completa con mapas, cuadro cronológico y una amplia introducción del Prof. D. Marcelo Merino de la Universidad de Navarra
Publicamos la segunda parte de las catequesis de Benedicto XVI sobre los Padres de la Iglesia.
El volumen anterior, Los Padres de La Iglesia. De Clemente de Roma a san Agustín, ofrecía las enseñanzas de los maestros de los dos primeros períodos de la Patrística.
En estas páginas recogemos ahora la tercera y última etapa (siglos v-viii), que termina con san Isidoro de Sevilla en Occidente y con san Juan Damasceno en Oriente.
Son años convulsos: las invasiones de pueblos nórdicos y orientales acarrean la división y posterior caída del Imperio Romano.
También la unidad de la Iglesia se encuentra gravemente comprometida.
En este panorama brillan con luz propia algunas mentes que no cesaron de iluminar la doctrina católica, entre las que destacan san León y san Gregorio, ambos con el apelativo de «Magno», que dejaron una huella indeleble en la vida de la Iglesia.
Completa este libro un apéndice con cuatro catequesis más del Papa sobre Tradición y comunión en los orígenes de la Iglesia, así como una tabla cronológica.<br/
En un mundo cada vez más globalizado, es prioritario el encuentro entre culturas, y al diálogo interreligioso le corresponde un papel de primera importancia en ese proceso.
Este pequeño volumen reúne cuatro escritos del cardenal Joseph Ratzinger dedicados al diálogo judío-cristiano con el espíritu de la declaración conciliar Nostra aetate, que supuso un punto de inflexión en la actitud de la Iglesia hacia el pueblo judío. El hoy papa Benedicto XVI se esfuerza por sacar a la luz los profundos vínculos que unen a la Iglesia con Israel, en una tendencia que ha cobrado fuerza a raíz del Vaticano II.
El autor dedica además páginas esclarecedoras al diálogo con las grandes religiones de Oriente, cuya experiencia de fe fundamental es de naturaleza mística. Ratzinger está convencido de que el contacto con estas tradiciones religiosas puede ayudar al cristianismo a reavivar y profundizar su propia dimensión mística y apofática
Después de la buena acogida que tuvieron los dos volúmenes publicados por Ciudad Nueva con las catequesis de Benedicto XVI sobre los Padres de la Iglesia, la presente obra ofrece las nuevas catequesis sobre las grandes figuras, tanto hombres como mujeres, que a lo largo de la época medieval embellecieron e iluminaron la Iglesia.
Aunque Ciudad Nueva es reconocida sobre todo por la difusión de la literatura patrística, no ha tenido ningún empacho en recoger en el presente volumen estas catequesis del periodo medieval, pues la claridad del lenguaje y la singular pedagogía con las que el papa ilumina este periodo de la vida de la Iglesia han hecho difícil sustraerse a la tentación de publicarlas y de darles la difusión que se merecen.
Si hubiera que calificar con una palabra el contenido de estas enseñanzas, posiblemente el término más adecuado sería «luminosas». Y es que, mediante estas lecciones, el Papa no hace sino mostrarnos a estos maestros y místicas que, como los grandes ventanales de una catedral gótica, han arrojado una poderosa luz sobre el interior de la iglesia, sobre el misterio de la iglesia: de la Edad Media y de todos los tiempos.
br> Completa el volumen una síntesis cronológica de los siglos IX al XV.
De la presentación:
Bernardo de Claraval, Francisco de Asís, Domingo de Guzmán, Tomás de Aquino, Buenaventura, Alberto Magno, Catalina de Siena, Hildegarda de Bingen, Brígida de Suecia, Clara de Asís… son algunas de estas figuras que como verdaderos testigos de la fuerza transformadora del Evangelio, han gritado con sus vidas que Cristo puede alumbrar la desesperanza del momento.
Y Benedicto XVI no lo hace con la teoría o con un razonamiento lógico impecable –a los que nos tiene ya acostumbrados–, sino a través de la vida de hombres y mujeres que ya han sido alcanzados y transformados por esa luz renovadora.
Benedicto XVI decía en 2008:
«Solamente desde dentro, desde la experiencia de la fe y de la vida eclesial, es como vemos a la Iglesia tal como es realmente: llena de gracia, esplendorosa por su belleza, adornada por los múltiples dones del espíritu.