“Eso que veneráis sin conocerlo, os lo anuncio yo”. Así predicaba san Pablo a los Atenienses, que adoraban al Dios desconocido. Ellos esperarían un discurso sobre un Ser extraño, incognoscible. Pero Pablo trató del Creador, que ha plasmado una tierra habitable, cuyo sol brilla y cuya lluvia moja. ¡Qué grande es la pregunta sobre Dios, si Dios es el Creador! Pues es así pregunta por los horizontes, el origen y la plenitud de la vida. Y el camino para responderla es (fuerte paradoja) el humilde de la carne. En efecto, la carne es (por las relaciones que traba) el primer testigo de un origen primordial y de un futuro fecundo. La teología de la creación va, pues, de la carne a la gloria. Y es lógico, ya que nace de la carne gloriosa del Resucitado, en quien culmina el discurso ateniense de Pablo. La resurrección de la carne: Big-bang de una creación nueva que recapitula todas las semillas.
José Granados, es doctor en Teología, es profesor de Teología del Matrimonio y la Familia. Actualmente es Superior General de los Discípulos de los Corazones de Jesús y María. Autor de varios libros; entre otros: “Betania, una casa para el amigo”; “Llamados al Amor: Teología del Cuerpo en Juan Pablo II”; “Teología del tiempo”; “Acompañar, discernir, integrar. Vademécum para una nueva pastoral familiar a partir de la exhortación Amoris Laetitia; ¿Tendrán fe nuestros hijos?; Teología de la creación: de la carne a la gloria; Tras la pandemia, reedificar; Sacramentos nuevo origen“.
La teología del matrimonio se sitúa en una encrucijada de caminos: lo carnal y lo espiritual, el varón y la mujer, el amor humano y el divino, lo privado y lo público, la tradición y el futuro, la naturaleza y la gracia... ¿Cómo integrar tantos aspectos? Jesús mismo lo indicó: "lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre" (Mt 19, 6). Dios es la fuente del amor, que ha unido a varón y mujer y les asocia en un camino de comunión siempre más honda. Por otro lado, "lo que Dios ha unido" se revela en modo insuperable con la venida de Jesús al mundo que, en su entrega de amor por la Iglesia, es esa misma unión. Estas dos uniones (hombre y mujer, Jesús y su Iglesia) ofrecen la clave para la estructura de este manual. Desde la revelación de la plenitud del amor en Jesús, la Primera Parte arroja una mirada sobre los orígenes del hombre: ¿Cuál era el designio de Dios sobre el amor humano? ¿En qué modo lo ha descrito la tradición bíblica y patrística? ¿Cómo mostrar, a partir de la experiencia humana, la verdad del matrimonio exclusivo, fiel, abierto a la transmisión de la vida? Descubriremos aquí, en este amor de hombre y mujer, un sacramento originario, una primera apertura de la carne a Dios, en que se prepara la revelación plena de Jesús, objeto de la Segunda Parte del manual. Cristo en su vida, muerte y resurrección, inaugura un nuevo lenguaje del cuerpo e instituye el sacramento del matrimonio: ¿De qué es signo este amor esponsal? ¿Qué gracia comunica? ¿Cuál es su puesto dentro de la sociedad y de la Iglesia? El enfoque adoptado, que parte de la resurrección de Cristo para descifrar el lenguaje de la carne, desde sus orígenes a su consumación, permite revelar el papel estratégico del matrimonio dentro de la entera economía sacramental. José Granados es Vicepresidente del Pontificio Instituto Juan Pablo II para estudios sobre el matrimonio y la familia (Roma); desde 2010 enseña también como profesor invitado en la Pontificia Universidad Gregoriana. Es doctor en teología por la Pontificia Universidad Gregoriana (Premio Bellarmino) y licenciado en Ingeniería industrial por la Universidad Pontificia Comillas de Madrid. Entre sus publicaciones: Teología del tiempo. Ensayo sobre la memoria, la promesa y la fecundidad (2012); Signos en la carne: El matrimonio y los otros sacramentos, (2011); Teología de la carne (2011); Teología de los misterios de la vida de Jesús: ensayo de una cristología soteriológica (2009).
Nuestra sociedad, que pregona el amor líquido, maleable, a gusto del sujeto y de la ocasión, no confia mucho en el matrimonio porque no cree que existan tejidos sólidos. Este libro defiende el arte del tapiz, como en el mito de Aracne, porque Dios y el hombre trabajan al unísono en el telar del cuerpo y el tiempo humanos, y el matrimonio es la matriz donde se borda la imagen de ese hombre llamado a la comunión, convirtiéndose así en atalaya para observar el resto de sacramentos.
La teología actual, imitando el comportamiento de los clásicos, presta un especial interés al tratado sobre los sacramentos en general. Pues es en ellos donde se abre, de generación en generación, el espacio del encuentro con Cristo en la comunión de la Iglesia. Los sacramentos nos dicen que el mensaje de Jesús se arraiga siempre en las relaciones concretas que forjamos en nuestra carne; que es allí donde resuena la confesión de fe y se enuncian sus mandamientos, los cuales se mantienen siempre, por eso, a ras de nuestra ruta terrena. Y así, la clara doctrina y la alta moral de Jesús se presentan, no como horizonte último al que tender asintóticamente, sino como fundamento concreto para edificar la vida, fuera del cual no se tiene en pie nuestro edificio.
José Granados García, DCJM (Madrid 1970) es vicepresidente del Pontificio Instituto Juan Pablo II para estudios sobre el matrimonio y la familia (Universidad Lateranense, Roma), donde enseña como catedrático de teología dogmática del matrimonio y la familia. También colabora como profesor invitado en la Pontificia Universidad Gregoriana. Entre sus publicaciones cabe destacar: Teología del tiempo: ensayo sobre la memoria, la promesa y la fecundidad (2012), Una sola carne en un solo Espíritu: Teología del matrimonio (2014), Eucaristía y divorcio: ¿Hacia un cambio de doctrina? Ensayo sobre la fecundidad de la enseñanza cristiana (2014) y Los signos del samaritano. Sacramentos y misericordia (2015).
Hoy el tiempo parece fluir como un líquido, ser un tejido sin trama, carecer de forma. Sin embargo, a lo largo de la historia su vivencia no ha resultado problemática para el hombre, a pesar de las rupturas que en él ha experimentado.
Cuando en la actualidad se aborda el tema del tiempo desde una perspectiva teológica, cobra especial importancia la búsqueda de una sabiduría que permita vivirlo humanamente y sea capaz de responder a varias cuestiones problemáticas. ¿Existe algún modelo capaz de integrar con éxito el pasado, el presente y el futuro? ¿Es posible mezclar sin confusión los siglos y la eternidad? ¿Puede el discurrir cotidiano desembocar en lo eterno sin perder su consistencia? ¿Tiene Dios alguna posibilidad de dirigir la historia sin apabullar la libertad de las personas ni arruinar el misterio y la novedad del porvenir?
El tiempo, lejos de ser mero límite de la condición terrena, úlcera por la que se desangra el existir humano, es puerta que abre a nuevos encuentros y horizontes, además de sacar de su aislamiento al sujeto ensimismado y de encaminarlo a la plenitud de su vocación.
Teología es reflexión, argumentación y adoración. A lo largo de la historia, los momentos fundamentales de la vida de Jesús han constituido el territorio privilegiado para llevar a cabo esta disciplina. No en vano, desde el principio del cristianismo se contempla a Cristo en su itinerario terreno a fin de rastrear las huellas de Dios y los rasgos constitutivos de todo ser humano.
Según esta lógica, el tiempo y el espacio cobran una especial relevancia. No es posible hablar hoy de Dios sin que Él se haga presente en el aquí y ahora disponibles para los hombres y mujeres vivientes. Pero resolver semejante paradoja –la trascendencia en la inmanencia, la eternidad en el tiempo, el espíritu en la carne, lo divino en lo humano– es la tarea que ha de emprender la teología para cumplir con su finalidad primera: dar sentido a la existencia humana y ofrecer esperanza transmundana, es decir, salvación.