El libro de Job presenta el drama de un hombre justo que es consciente de no merecer las desgracias que sufre. Esta lucha honesta y sincera contra el mal y el silencio de Dios ha intrigado siempre a una gran variedad de lectores. El interés por el libro de Job, sin embargo, no fue grande en las primeras generaciones cristianas. El primer autor del que sabemos con certeza que hizo una interpretación sistemática del libro de Job es Orígenes, que escribió un ciclo de 22 homilías, si bien este texto nos ha llegado sólo parcialmente mediante las catenae. Un mayor interés, en cambio, surgió al final del siglo iv y comienzos del v, tanto en Oriente como en Occidente. Los textos que se encuentran en este volumen están tomados de comentarios sistemáticos al libro de Job. Entre los autores en lengua griega tenemos a Orígenes, Dídimo el Ciego, Juliano Arriano, Juan Crisóstomo, Hesiquio de Jerusalén y Olimpiodoro. Entre las fuentes latinas encontramos a Juliano de Eclana, Felipe el Presbítero y Gregorio Magno. Y entre las siríacas, a Efrén de Nisibi e Iso’dad de Merw.
Las Cartas de Pablo a la Iglesia en Corinto han dejado su impronta en la Sagrada Escritura de una forma que supera todo lo previsible. Los temas pastorales de aquella comunidad cristiana del siglo primero destacan de manera relevante.
¿Cómo podía configurarse con identidad propia aquella comunidad en una ciudad "llena de oradores y filósofos" y que "se enorgullecía... sobre todo de su gran riqueza", como afirma el Crisóstomo? ¿Cómo iba a mantenerse la unidad de la Iglesia en un ambiente donode algunos fieles destacados, tergiversando la verdad y los principios de la moral en beneficio propio, dividían el Cuerpo de Cristo? He aquí un desafío para el apóstol Pablo. Los Padres se maravillan ante sus escritos y comentan la sabiduría pastoral del apóstol de los gentiles.
Entre los comentaristas de este volumen sobresale Juan Crisóstomo, que dedica setenta y siete homilías a las dos Cartas a los Corintios: un verdadero tesoro de exposición y aplicación pastoral. Los escritos de Dídimo el Ciego y Severiano de Gábala aportan muestrs de la exégesis griega, tanto de la tradición alejandrina como de la antioquena. La obra de Teodoro de Mopsuestia siempre ha sido muy estimada en la Iglesia, así como los comentarios de Teodoreto de Ciro. Debemos reservar un puesto de honor al Ambrosiáster. Su excelente comentario a las dos Cartas a los Corintios no está traducido todavía al castellano, y por ello se incluye con mayor amplitud en el presente volumen.
Estos comentarios de los Padres ofrecen un alimento espiritual e intelectual a cuantos desean leer de nuevo a Pablo, con corazón y mente abiertos. En ellos encontramos la sabiduría paulina de la cruz, como herencia fecunda para una auténtica interpretación de la vida cristiana.