Sin lugar a dudas, la FUNDAMENTACIÓN PARA UNA METAFÍSICA DE LAS COSTUMBRES (1785) constituye un texto primordial dentro del pensamiento ético. Ninguna otra obra de IMMANUEL KANT (1724-1804) muestra tanto vigor y grandeza morales, unidos a un fino sentido del detalle psicológico, ni logra definir sus conceptos con un lenguaje tan popular, salpicado de felices imágenes y ejemplos. Aquí se adelantan, de un modo mucho más accesible, las premisas éticas que en 1788 se verían inmortalizadas por la «Crítica de la razón práctica» (H 4411). En esta nueva edición, a cargo de Roberto R. Aramayo, la presente versión castellana queda complementada con un oportuno estudio preliminar, una bibliografía selecta y unos detallados índices.
La filosofía escribió XAVIER ZUBIRI (1898-1983) adopta estructuras muy diversas y puede ser entendida como forma de vida, como doctrina de la vida o como conocimiento. CINCO LECCIONES DE FILOSOFÍA muestra la idea estructural y el objeto formal sobre el que recae ese modo de conocimiento en la obra de cinco pensadores: el ente, para Aristóteles; el objeto fenoménico, para Kant; el hecho científico, para Comte; el dato inmediato de la conciencia, para Bergson; la esencia pura de la conciencia, para Husserl. Si bien estos filósofos no dicen lo mismo, hablan de lo mismo, tanto por su objeto como por la índole de su conocimiento.
Por su colosal ambición, que habría de destinarla a quedar inacabada, por su carácter de obra cumbre de su autor y por la influencia que, de un modo u otro, ha ejercido en la historia del mundo, El capital suele ser una obra más citada que leída, más imaginada que estudiada y, por supuesto, objeto de las más variadas manipulaciones, interpretaciones y descalificaciones. La presente antología a cargo de César Rendueles selecciona lo fundamental de esta obra clave y anima a acercarse a ella con una perspectiva nueva, desprovista de prejuicios que permita valorar en su justa e importante medida la aportación de Karl Marx al debate económico. Selección de César Rendueles
Ante los males sociales o daños públicos, lo habitual es limitar sus dimensiones al mal que se comete y al que se padece. El agresor y su víctima, no hay otros protagonistas. ¿Hará falta tachar esa mirada, además de simplista, de interesada? Así lo cree Aurelio Arteta al ofrecer estas reflexiones que tienen a la sociedad vasca contemporánea como su primera inspiración. A diferencia de los males de naturaleza privada, los públicos no sólo los causan unos pocos y los sufren bastantes, sino que requieren a muchos más que los consientan. Estos son quienes colaboran en aquellos daños mediante su abstención, adquiera ésta la forma de silencio, disimulo o cualquier otra. En realidad, es el modo más abundante de comparecer el mal. Pues cabe esperar que no seamos agentes directos del sufrimiento injusto y más probable resulta que nos toque figurar como sus pacientes. Pero lo seguro es que nos contemos a menudo entre sus espectadores. Y entonces no podrá esquivarse la cuestión de si nuestro conformismo e indiferencia ante los daños que contemplamos nos convierte asimismo en sus cómplices.
Arthur Schopenhauer (Danzig, 1788 - Frankfurt, 1861) ha quedado como el filósofo pesimista, el pensador que entendió la vida humana como un agotador vaivén entre el dolor y el aburrimiento. Su rotundo pensamiento, expuesto en magnífico estilo literario, fue revolucionario al desvelar (en la época de mayor éxito de Hegel y del idealismo) que ni la razón universal ni un Dios bondadoso gobiernan el mundo, y que la sinrazón, lo inconsciente, lo caótico e indeterminado imperan en un universo que poco tiene de cosmos ordenado y mucho más de pandemónium. Aseguraba que habitamos en un «valle de lágrimas» o en una «colonia penitenciaria», y que algo tan singularmente humano como el disfrute de la belleza artística y la música, junto con la solidaridad o compasión de cada uno de nosotros hacia los demás seres vivos, constituye la única vía que puede conducirnos a un mundo, si no mejor, cuando menos más llevadero y soportable. Schopenhauer partió de Platón, Kant y los textos clásicos de la India para elaborar una filosofía de acusado carácter y personalidad. Sus ideas e intuiciones han ejercido una honda influencia en pensadores y escritores tan diversos como Nietzsche, Kafka, Thomas Mann y Borges.
Estudio introductorio de Luis Fernando Moreno Claros (1961), doctor en Filosofía por la Universidad de Salamanca, divulgador cultural y crítico literario. Es también traductor de Goethe y Nietzsche. Ha escrito numerosos artículos sobre literatura y filosofía, así como los libros Heidegger, el filósofo del ser y Schopenhauer, vida del filósofo pesimista.
El nombre de Arthur Schopenhauer (1788-1861) se asocia a una visión pesimista de la existencia. Su rotundo pensamiento, expuesto en buen estilo literario, fue revolucionario al desvelar que ni la razón universal ni un Dios bondadoso gobiernan el mundo, y que la sinrazón, lo inconsciente, lo caótico e indeterminado imperan en un universo que poco tiene de cosmos ordenado y mucho más de pandemónium. Aseguraba que habitamos en un «valle de lágrimas» o en una «colonia penitenciaria», y que sólo algo tan singularmente humano como el disfrute de la belleza artística y la música, junto con la solidaridad de cada uno de nosotros hacia los demás seres vivos, constituyen las únicas vías que pueden conducirnos a un mundo, si no mejor, cuando menos, más llevadero y soportable. Las obras de Schopenhauer fueron apreciadas por literatos y artistas tan señeros como Kafka, Thomas Mann, Tolstói o Wagner.
La obra de Hegel (Stuttgart, 1770 - Berlín, 1831) constituye un hito singular en el pensamiento occidental, puesto que aporta un novedoso enfoque sobre el devenir de las civilizaciones, las sociedades y sus producciones culturales. Autor del último gran sistema filosófico omniabarcador, Hegel presenta su idealismo como un medio capaz no sólo de dar cuenta racional de los acontecimientos pasados, sino de determinar qué es relevante y sustancial y qué no lo es en la infinita serie de los hechos. Porque concibe la realidad como un organismo de contrarios dialécticos, y como manifestación y desarrollo del «Espíritu absoluto», que alcanza su maduración y autoconocimiento a través de la historia y la cultura humanas.
Este volumen contiene dos obras fundamentales en el sistema hegeliano: Diferencia entre los sistemas de Fichte y Schelling (análisis de las doctrinas de dos contemporáneos y pensadores afines en la línea del idealismo postkantiano) y Fenomenología del espíritu, que expone los conceptos hegelianos esenciales acerca de la objetivación del espíritu absoluto en la historia universal y, por tanto, la estructura lógica y racional de ésta.
Estudio introductorio de Volker Rühle (1955), profesor extraordinario de la Universidad de Hildesheim (Alemania) y profesor honorario de la Universidad Autónoma de Madrid. Ha trabajado además como profesor invitado en la Universidad de los Andes (Bogotá), la UNED (Madrid) y en la Universidad Karlova de Praga. Sus libros y artículos en alemán y castellano versan sobre problemas de la filosofía clásica alemana, su génesis y sus ramificaciones hasta el presente.
La figura de un gigante como Aristóteles (384 a. C. - 322 a. C.) es insoslayable en el pensamiento occidental, tanto en su vertiente filosófica como científica. Ha sido un referente a lo largo de los siglos en un sorprendente número de campos del saber: política, ética, lógica, retórica, biología, meteorología, etc., y en más de un caso fue él quien sentó las bases para el desarrollo de estas disciplinas. Su obra es abundante (entre 139 y 192 tratados) y casi inabarcable en cuanto a contenido. Acerca del alma es un tratado acerca de los seres vivos, acerca de aquelloque diferencia los vivientes de los no-vivientes. La pregunta no es si el alma existe o no, sino «a qué género pertenece y qué es el alma». A partir de aquí, Aristóteles desarrolla, a lo largo de los tres libros que componen la obra, una teoría nueva y vigorosa acerca del alma alejada de las especulaciones anteriores, aunque no exenta de ambigüedades internas. «Solamente el Fedón de Platón podría, tal vez, compararse con este tratado en cuanto a su transcendencia histórica en relación con el tema del alma». Tomás Calvo Martíne
La obra de Hegel (Stuttgart, 1770 - Berlín, 1831) constituye un hito singular en el pensamiento occidental, puesto que aporta un novedoso enfoque sobre el devenir de las civilizaciones, las sociedades y sus producciones culturales. Autor del último gran sistema filosófico omniabarcador, Hegel presenta su idealismo como un medio capaz no sólo de dar cuenta racional de los acontecimientos pasados, sino de determinar qué es relevante y sustancial y qué no lo es en la infinita serie de los hechos. Porque concibe la realidad como un organismo de contrarios dialécticos, y como manifestación y desarrollo del «Espíritu absoluto», que alcanza su maduración y autoconocimiento a través de la historia y la cultura humanas.
Este segundo volumen dedicado a Hegel contiene dos tratados capitales: Líneas fundamentales de la filosofía del derecho, en la que Hegel pretende fundamentar la rama jurídica del saber como una ciencia estrechamente ligada al curso general de la historia y su armazón lógica, y Lecciones de la filosofía de la historia, interpretación racional del proceso de las civilizaciones, a la luz de la paulatina manifestación del espíritu y de un plan total que abarca y justifica todo, incluso el mal y la desdicha, así como el individuo, que queda subsumido en el Estado.
Estudio introductorio de Volker Rühle (1955), profesor extraordinario de la Universidad de Hildesheim (Alemania) y profesor honorario de la Universidad Autónoma de Madrid. Ha trabajado además como profesor invitado en la Universidad de los Andes (Bogotá), la UNED (Madrid) y en la Universidad Karlova de Praga. Sus libros y artículos en alemán y castellano versan sobre problemas de la filosofía clásica alemana, su génesis y sus ramificaciones hasta el presente.
Sostuvo que el sabio es alegre por definición y se opone siempre a la tristeza, y que sin alegría el pensamiento es menos productivo y creador. Tan lejos del optimismo ingenuo como del pesimismo moral e ideológico, su objetivo fue comprender en vez de juzgar. Serenidad, cautela y honestidad fueron los valores que sustentaron la vida y la obra de Spinoza, con una coherencia poco frecuente en el mundo intelectual.
Ludwig Wittgenstein (Viena, 1889 - Cambridge,1951) repensó todas las grandes cuestiones de la filosofía desde su fundamento mismo: la formulación. Si el siglo XX se caracterizó por el giro lingüístico, por la conciencia de que el pensamiento es en gran medida lenguaje, Wittgenstein radicalizó y profundizó esta conciencia en análisis lúcidos y certeros, de una riqueza que sigue abierta a sucesivas interpretaciones. La multitud de enfoques y líneas de investigación acerca del conocimiento, la verdad y la realidad que contienen sus escritos lo han convertido ya en uno de los grandes pensadores de referencia en Occidente; al mismo tiempo, el hecho de que no escribiera tratados sistemáticos ni tratara sus temas según el método tradicional de la filosofía académica hace que sea una de esas presencias inquietantes y no homologables en la historia del pensamiento, imposible de clasificar: una paradoja más en este singular autor. El arte de pensar wittgensteiniano queda para la historia como paradigma de aquello que escribió su compatriota Weininger acerca de la obligación moral frente a uno mismo de aspirar al genio, al amor intelectual a la verdad y a la claridad. A lo que remite el título de la por ahora insuperable biografía de Ray Monk, Ludwig Wittgenstein: El deber de un genio. Lógica y ética, es decir, filosofía y ética, en este sentido, son una y la misma cosa.
Este primer volumen incluye las dos obras principales de Wittgenstein: Tractatus logico-philosophicus (1921), que indaga en la esencia y el modo de funcionar de todo lenguaje, así como la relación entre éste y la realidad, y los halla en la relación entre las llamadas proposiciones elementales y los hechos atómicos, aunque esta constatación no hace más que desvelar nuevas dificultades lógicas, epistemológicas y ontológicas; y las Investigaciones filosóficas (póstumo, 1953), donde, tras un prolongado lapso de silencio, Wittgenstein replanteó varias de las cuestiones fundamentales de su positivismo lógico inicial, e introdujo la noción de "juegos de lenguaje" como puente entre el pensamiento lingüístico y el mundo. El tomo se completa con Sobre la certeza, conjunto de las anotaciones sobre conocimiento y certeza que Wittgenstein hizo en su último año y medio de vida.
Estudio introductorio de Isidoro Reguera (León, 1947), catedrático de Filosofía en la Universidad de Extremadura y director del Instituto de Filosofía de dicha universidad en Cáceres. Reguera es también traductor e introductor de Wittgenstein en España así como autor de diferentes entradas de la Terminología Científico Social y del Diccionario Crítico de Ciencias Sociales y, entre otros, de los siguientes títulos: Objetos de melancolía: Jacob Böhme; La miseria de la razón: El primer Wittgenstein y El feliz absurdo de la ética: El Wittgenstein místico.