Cuando en el siglo XVI Lutero quiso volver al fundamento del cristianismo utilizó el adjetivo «solo»: solus Deus, sola gratia, sola fides, sola Scriptura. En el siglo XX, Balthasar ha propuesto el amor como clave comprensiva: no sólo se revela como fundamento de la teología cristiana, sino como el único lugar donde ésta puede rejuvenecerse y tener credibilidad.
El centro del cristianismo lo constituye el Amor, que es Dios en sí mismo y el origen de toda la realidad, que se ha revelado en la cruz de Cristo y ha sido derramado en nuestros corazones por su Espíritu. Sólo el amor, porque es lo único que nos garantiza el todo de la realidad de Dios y del mundo, sin confusión y sin separación.
A lo largo de las páginas de esta obra emblemática, Balthasar anticipa las líneas de su propuesta teológica y ofrece una perfecta síntesis de su pensamiento.
No hay que darle más vueltas: sólo quien está convencido de ser conocido personalmente por Jesús, logra acceder al conocimiento de él; y únicamente quien tiene la seguridad de conocerle tal cual es, se sabe también conocido por él.
El corazón del mundo es un libro escrito en clave poética que quiere abrir los ojos del corazón del hombre. El corazón del mundo es la Iglesia, nacida del corazón de Cristo. Esta Iglesia, engendrada con dolor en la cruz, engendra cada día a Cristo en medio de continuos sufrimientos. Pero en ella se dilata gozosamente el corazón de Cristo hasta convertirse en el corazón del mundo y a través de ella la sangre de Cristo circula por el cuerpo de la historia. La alianza entre Cristo y la Iglesia constituye el sentido del mundo. Y el sentido del mundo es el amor.
«El tema sobre el cual se hablará aquí sin pretensiones es de tal importancia, que le interesa hoy de un modo central a la Iglesia y a los cristianos. En la divergencia de los dos aspectos unidos en el título está la razón de toda la amenaza y de toda la atrofia del cristianismo actual. Y dado que es muy difícil volver a unir estos aspectos, una vez que han sido separados, preferimos intentar considerarlos desde la esfera donde tienen su origen, en el que, fecundándose eternamente entre sí, están entrelazados el uno con el otro. Una reforma nunca se hace pegando piezas rotas, sino como dice Isaías: `Saldrá un vástago del tronco de Jesé, y un retoño de sus raíces brotará` (11,1)» (de la Observación previa del autor).
Ser cristiano y pertenecer a la Iglesia no es algo evidente y natural. Muchos hombres y mujeres tratan de llevar una vida digna sin una fe religiosa. Sin embargo, a pesar de esto existen personas que se plantean el problema de la posibilidad de una existencia religiosa y de la necesidad de formar parte de una Iglesia.
En los dos ensayos que contiene el presente libro, dos reconocidos teólogos afrontan esta problemática. Respondiendo al interrogante: «¿Por qué soy todavía cristiano?», Hans Urs von Balthasar expone las motivaciones más profundas del fenómeno cristiano; Joseph Ratzinger, por su parte, reflexionando sobre el tema: «¿Por qué permanezco en la Iglesia?», examina las razones objetivas y subjetivas y analiza críticamente los desarrollos eclesiales contemporáneos. La diferente sensibilidad con que los autores abordan y desarrollan este asunto refleja la gran variedad de perspectivas teológicas que existen.
ENGLISH
"Why Am I Still a Christian? Why Do I Remain in the Church?"
Balthasar presents the deepest motivations behind Christianity. Ratzinger, reflecting on "Why Do I Remain in the Church?", reviews several reasons, both objective and subjective, offering a judgment of recent developments in the Church.
Hans Urs von Balthasar nació en Lucerna (Suiza) en 1905. Realizó estudios de música, filología germánica y filosofía en Viena, Berlín y Zurich. En 1929 entró en la Compañía de Jesús. En su formación teológica son decisivas las relaciones con Erich Przywara y Karl Barth, pero sobre todo destacan dos encuentros en particular: con Henri de Lubac, su maestro en teología, y con Adrienne von Speyr, junto a la que comenzó una experiencia de vida religiosa centrada en una visión trinitaria de la vida cristiana y en una presencia activa en el mundo. Al mismo tiempo funda y dirige la editorial Johannes Verlag, que se propone publicar los escritos de los Padres de la Iglesia y de algunos teólogos que situaron como centro de su reflexión a Cristo. Su pensamiento teológico está dominado por la idea de que sólo el amor es creíble. Sobre este fundamento von Balthasar construyó su vasta obra teológica cuya forma más acabada se encuentra en la trilogía Gloria, Teodramática y Teológica. En reconocimiento a su persona como punto de referencia para toda la teología católica, fue nombrado cardenal por el papa Juan Pablo II pocos días antes de su muerte, acaecida el 26 de junio de 1988.
Hans Urs von Balthasar nació en Lucerna (Suiza) en 1905. Realizó estudios de música, filología germánica y filosofía en Viena, Berlín y Zurich. En 1929 entró en la Compañía de Jesús. En su formación teológica son decisivas las relaciones con Erich Przywara y Karl Barth, pero sobre todo destacan dos encuentros en particular: con Henri de Lubac, su maestro en teología, y con Adrienne von Speyr, junto a la que comenzó una experiencia de vida religiosa centrada en una visión trinitaria de la vida cristiana y en una presencia activa en el mundo. Al mismo tiempo funda y dirige la editorial Johannes Verlag, que se propone publicar los escritos de los Padres de la Iglesia y de algunos teólogos que situaron como centro de su reflexión a Cristo. Su pensamiento teológico está dominado por la idea de que sólo el amor es creíble. Sobre este fundamento von Balthasar construyó su vasta obra teológica cuya forma más acabada se encuentra en la trilogía Gloria, Teodramática y Teológica. En reconocimiento a su persona como punto de referencia para toda la teología católica, fue nombrado cardenal por el papa Juan Pablo II pocos días antes de su muerte, acaecida el 26 de junio de 1988.