Thérèse Martin entra al Convento de Lisieux con sus tres hermanas al final del siglo XIX. Ella es alegre, abierta e idealista. La realidad del convento, su obsesión por la perfección, la muerte de su padre y la falta de cuidados alteran su salud.
Thérèse lucha a la vez contra el sufrimiento físico y la prueba de su fe. Muere de tuberculosis a los 24 años de edad, dejando un cuaderno donde cuenta su “pequeña vida”, que es traducido en el mundo entero. Su tumba se convierte en un lugar de peregrinaje.